1/04/2014

1Abr

¿Acabará alguna vez el maldito embrollo de las patentes entre Apple y Samsung? El segundo juicio entre ambas tiene un par de diferencias de peso con el precedente de 2012, que se cerró con una sentencia (apelada por la parte perdedora) que condenó a la compañía coreana a pagar 929 millones de dólares. La primera diferencia es que esta vez no están en juego patentes relacionadas con el diseño sino las llamadas utilitarias, que conciernen al software que confiere ciertas funciones a los smartphones de las dos marcas, y que Apple considera copiado de sus modelos icónicos. La segunda, y para mí la más importante, es que Google tendrá que mojarse: en el primer juicio (así como en otros relacionados con Android en varios países) dejó que cada fabricante se defendiera a su modo; en esta oportunidad, Samsung llamará a testificar a varios ingenieros de Google y al propio Andy Rubin, que inventó Android y dirigió su desarrollo hasta el año pasado. Y lo que digan puede ser crucial para inclinar al jurado a uno u otro lado.

Apple pide que se fije una indemnización de 40 dólares por dispositivo infractor vendido, lo que arrojaría un total de 2.000 millones aproximadamente. A su vez, Samsung contrataca reclamando sólo 7 millones por la violación de dos patentes de su propiedad. Esta asimetría podría influir en el jurado, induciéndolo a considerar que Apple ha inflado el valor potencial de sus patentes, que ni juntas ni separadas aportan 40 dólares al coste de un smartphone. Como antecedente, se cita que otro tribunal rechazó la demanda de 300 millones presentada por Motorola contra Apple, calificando la cifra como «demencial».

La citación a Google podría tener una intención subliminal. La juez Lucy Koh, a quien le ha tocado presidir ambos juicios, ha reconocido que la estadística demuestra que los jurados tienden a pronunciar veredictos contra las empresas extranjeras cada vez que se enfrentan a una de EEUU. Apple ha tratado de forzar las cosas, aduciendo que dar la razón a Samsung sería nocivo para la innovación y el empleo en California. La citación a Google destruye ese argumento, porque se trata de una empresa tan californiana como la demandante.

Varios comentaristas han señalado que el encarnecimiento de Apple tiene más que ver con el deseo de humillar a un rival que le supera en ventas, que con la legítima defensa de su propiedad intelectual. Porque la acusación se centra en dos modelos que ya no se venden, los Galaxy S2 y Galaxy S3. Desde que presentó la primera demanda, en abril de 2011, el iPhone y el iPad no han cambiado mucho; en cambio, la familia Galaxy ha seguido introduciendo novedades y mejoras sobre los modelos anteriores de Samsung. La marca coreana ha seguido diversificando su catálogo, la californiana ha estancado su ritmo de innovación.


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