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  18/03/2015

19Mar

Aunque no se pondrá a la venta hasta el 24 de abril (inicialmente en nueve países), el Apple Watch ya ha merecido un aluvión de opiniones. Por mi parte, no tengo opinión pero colecciono opiniones ajenas. La mayoría están escritas en tono escéptico, cuando no francamente crítico. Por ejemplo, esta que firma Jason Hiner en ZDNet: «[el Watch] trata de hacer demasiadas cosas a la vez, y como resultado es demasiado complicado. Hay que usar dos botones diferentes, uno de los cuales tiene dos funciones, además de una combinación de toques ligeros o fuertes, con o sin presión, y cada uno de estos gestos abre nuevas funciones que en cualquier otro producto de Apple serían naturalmente intuitivas».

Si ha sido preciso añadir tantos elementos de interfaz – argumenta – es porque se ha querido sumar demasiadas funciones. El concepto del Watch gira en torno a tres retos: la habilidad de Apple para crear un interfaz natural, crear un accesorio de moda y, encima, combinar 34 modelos y tamaños para atraer a audiencias múltiples. Es algo realmente nuevo en la historia de la compañía.

La conclusión de Hiner (no parece que haya tenido ocasión de probar el gadget) es que Apple se ha alejado de la religión de simplicidad y facilidad de uso, que predicaba su fundador y tótem: «usualmente, sus productos han sido simples al principio, para luego ganar en funcionalidad a medida que evolucionaban». El nuevo Macbook, presentado el mismo día, sirve a Hiner como contraste y ejemplo de simplicidad.

Siendo el Watch el primer producto – más aún, una nueva categoría que no consta estuviera en los planes de Steve Jobs – desarrollado bajo las órdenes del tándem formado por Tim Cook y Jonathan Ive, esta es una acusación muy seria. «Gracias a la potencia de la marca – y a que la primera ronda incluye China – se van a vender más unidades en el primer mes que de cualquiera de sus competidores en toda su existencia, pero esto no arreglará el mal comienzo del régimen Cook-Ive», exagera Hiner.

Un tal R.F.Hemphill no es menos severo, en su crónica para el HuffPost: «el primer dolor de cabeza [para el usuario] será entender cómo hacer que funcione, lo que puede ser todo un reto de complejidad con una pantalla tan pequeña y dos diminutos botones laterales». Los 17 pequeños círculos de la pantalla rectangular, con arreglos de tres/cuatro formas, son bonitos de ver pero exigirían una lupa, ironiza Hemphill: ¿a quién puede interesar la posibilidad de recorrer una galería de Instagram en esa superficie mínima? También se burla Hemphill del reloj y su capacidad de medir el tiempo en intervalos de 50 milisegundos: «he perdido la cuenta de las veces que me ha hecho falta saber que eran la 1:37 más 30 segundos más 250 milisegundos»

La crítica fundamental de estos y otros autores es la imprescindible asociación del Watch con el iPhone. Exceptuando la comodidad de ver las notificaciones con una mirada fugaz a la muñeca, si la mayoría de las funciones del Watch requieren la mediación de un smartphone, ¿cuál es el sentido de integrarlas en una pieza de ingeniería tan pequeña? Carece de conexión celular, por lo que sólo puede hacer y recibir llamadas o mensajes si tiene cerca su iPhone de compañía. Esta observación tiene valor relativo: de todos los competidores (más baratos) del Watch, sólo el Samsung Gear S y el LG Watch Urbane no necesitan sincronía con un smartphone.

Puedo equivocarme, pero tengo desde hace tiempo una duda: ¿son los smartwatch una invención necesaria? Apple ha tenido la extraña cualidad de engendrar su competencia desde que hizo correr la voz de que preparaba un reloj inteligente. Si la categoría existe hoy, es gracias a ese paso iniciático. Aunque los (pocos) datos disponibles indican que las ventas de sus competidores han sido escasas, casi ningún fabricante importante ha podido resistir la tentación de adelantarse. La situación ha cambiado: según me cuentan, Samsung decidió no mostrar en el Mobile World Congress su próximo modelo, apodado Orbis, y reservarlo para septiembre (IFA), con tiempo suficiente para ver qué tal le sale la jugada a Apple.


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