19/12/2012

19Dic

¿Tiene importancia la compra de Simyo por Orange? Sí y no. Desde luego que sí, porque confirma la recomposición de fuerzas en el siniestrado mercado español de telefonía móvil, que en octubre ha perdido casi medio millón de líneas. O no la tiene, podría decirse, si se considera que los 400.000 usuarios del operador virtual ya estaban en la órbita de Orange, por lo que poco cambiará su ecuación económica. El grupo francés tiene d´autres chats a fouetter. Para el comprador, debería ser sencillo digerir una tercera marca (no parece plausible sumarla a Amena, que tiene un modelo peculiar) para disolverla cuando le convenga, en función de la oferta que diseñe para 2013. Aun suponiendo que el podio sea una motivación para Orange, seguirá lejos del segundo puesto de Vodafone.

Como apunta Ignacio del Castillo en su excelente blog, también es relativo: los tres grandes pierden influencia como prescriptores – hasta ahora insoslayables – de las decisiones de los usuarios. La conclusión de Nacho es perspicaz: en lugar de una exacerbación de la competencia, ve en el movimiento un paso «hacia el eclipse de la competencia». Al menos – interpreto – en los términos históricamente definidos por la regulación, que quizá pronto podrían alterarse.  

Se puede discutir cuánto peso ha tenido en esto la supresión de la subvención a terminales, iniciada por Movistar, y si de todos modos hubiera ocurrido porque, ante una crisis como esta, los consumidores buscan abaratar sus facturas, el precio medio baja y las cuentas del operador se resienten. Como manifestación, obsérvese la revitalización (estadística, que no económica) de un mercado «libre» al que prestábamos escasa atención: en cuestión de meses, ha pasado del 4 al 12% de las ventas de terminales, y esto le confiere la capacidad de influir sobre el operador que eligen unos clientes ya sin ataduras. 

Las cifras de la CMT atribuyen un 8,5% de cuota de mercado a los operadores virtuales, un 2% más que en enero, por lo que alguien podría entender que han ganado el envite. Pues, no necesariamente: en la categoría OMV confluyen dos modelos de negocio distintos: 1) los intermediarios que viven de la diferencia entre lo que recaudan de sus clientes y lo que pagan por el alquiler de una red ajena, y 2) los convergentes, como Jazztel, Ono o Euskaltel, que por su estructura se apuntan a la evolución profunda de un mercado en el que la voz móvil se ha ´comoditizado´a un ritmo que nadie esperaba. Los primeros casi no tienen recorrido adicional para ganar dinero – es lo que ha comprendido KPN, dueña de Simyo – y los segundos están limitados por la carencia de espectro y porque, ya que hablamos de convergencia, en buena lógica debería prevalecer quien controle más accesos a la fibra, que no es ninguno de los mencionados.

Flota desde hace meses la posible venta de Yoigo –que merecería tratamiento propio – pero incluso esta opción podría alejarse, como derivada del follón que tienen montado en TeliaSonera a cuenta de sus socios en Asia Central. Aun así, supongamos que Orange o Vodafone dan un paso al frente y presentan una oferta: ¿sería realmente un buen negocio sólo para ganar usuarios y, probablemente, acabar cediendo espectro al cabo de un enojoso proceso de aprobación?  Por último: ya no se habla del eventual desembarco de Carlos Slim, cuyas inversiones en telecos europeas – KPN y Telekom Austria – son una sangría (y España, hoy por hoy, no es un mercado estimulante, por muy multimillonario que sea el caballero Slim).

 


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