18/10/2013

18Oct

Durante décadas, Intel ha sido el faro de la industria de las TI: poco o nada se podía hacer sin estar atentos a sus movimientos y señales de por dónde debía ir el mercado. Esto ha cambiado en los últimos años, y parte de la culpa la tiene la propia Intel por no haber reaccionado a tiempo a la irrupción de los dispositivos móviles. Brian Krzanich, el nuevo CEO, ha reconocido, al presentar a los analistas los resultados del tercer trimestre, que la compañía necesita 18 meses para estar en condiciones de responder con rapidez a las exigencias actuales del mercado. Esta admisión explica en parte por qué sus rivales más dinámicos, Samsung y Qualcomm, le han arrebatado cuota en el mercado que más crece, el de los procesadores para smartphones y tabletas.

Sé que mis amigos de Intel no estarán de acuerdo, pero los resultados son elocuentes. Los ingresos del trimestre han sido casi idénticos a los de hace un año, y el beneficio operativo ha descendido. En el beneficio neto, se ha quedado debajo de lo esperado por los analistas [aun así, la acción aguanta bastante bien en la bolsa]. «Crecimiento modesto, en un entorno duro», sintetizó Krzanich, zanjando la cuestión.

Lo más significativo no son las cifras genéricas sino que la división que fabrica y vende chips para PC, la más grande (62% del negocio) para Intel, ingresó un 3,5% menos. Según IDC, este fabricante controla el 92% de ese mercado, pero sólo el 3,2% del de procesadores para tabletas (y aún menos en el de smartphones). Mientras tanto, ¿qué está ocurriendo en el mercado final? Pues ocurre que las ventas globales de PC caerán este año un 9,7% y las de dispositivos móviles van a crecer un 7,3%, según la misma consultora. La ecuación estaría casi completa si supiéramos qué tiene Intel en cartera para ofrecer.

En este sentido, Krzanich ha ofrecido dos signos contradictorios. Uno es la noticia de que Broadwell, el primer procesador diseñado para ser fabricado con tecnología de 14 nanometros, no aparecerá hasta 2014, con tres meses de retraso sobre lo previsto. El proceso de fabricación de 14 nm es una baza importante para Intel porque a) ningún competidor está cerca de igualar esa proeza industrial, y b) toda reducción en la densidad de los circuitos de un chip tiende a demostrar que Intel está cerca de resolver el problema de la corta vida de la batería en los dispositivos móviles. Tres meses de retraso no son un drama, a menos que revelen una debilidad objetiva en el paso del diseño a la producción.

Martin Reynolds, analista de Gartner, dictamina que «el reto para Intel es el mismo que para las compañías tradicionales del sector: cómo seguir el ritmo de cambio de los mercados». Cuando esté por fin en condiciones de competir como suministrador de chips para smartphones, es probable que estos hayan entrado en la siguiente fase. Es lo que opina Reynolds, pero la posición oficial de Intel es que este mercado está todavía en la infancia, por lo que llegarán a tiempo de no perder el tren.

Entretanto, Krzanich presumió de que, desde agosto, Intel ha lanzado 40 productos nuevos, para segmentos que van desde Internet de las cosas hasta los datacenter, con un creciente foco en la ultramovilidad y los llamados 2-en-1. Esos segmentos serían, en teoría, los que pueden corregir las cuentas de Intel.


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