Decididamente, la tentación de reducir de cuatro a tres el número de operadores resulta más difícil de digerir en Francia que en Reino Unido. Ahora que la absorción de EE por BT está consumada y a la de O2 por Three le quedan algunos flecos, a este lado del canal el ambiente es muy distinto. No han faltado intentos frustrados de consolidación, y ahora mismo, hay «conversaciones preliminares» entre Orange y Bouygues Telecom – números uno y tres del mercado francés – para articular alguna fórmula aceptable para accionistas y autoridades. Con calculada ambigüedad, el comunicado evita la palabra fusión, tal vez para mantener la operación en el ámbito de la regulación nacional, porque no está claro cuál sería la línea a no traspasar si se quiere dar esquinazo a la combativa comisaria europea Marghette Vestager.
Desde que un advenedizo cuarto operador, Illiad/Free, desencadenó una guerra de precios en el mercado francés, este ha sido un campo de maniobras. La más reciente es una oferta presentada a Bouygues por el grupo Altice valorada en 10.000 millones de euros y rechazada sin llegar a negociar. Esta cifra debería ser la base del precio actual.
Entre tanta peripecia, Orange ha sido la parte más perjudicada, al ver reducidos sus ingresos por servicios móviles de 9.800 millones de euros en 2011 a 6.800 millones (estimados) en 2015. Al mismo tiempo, la antigua France Télécom tiene menos margen para escapar de su dilema: haga lo que haga, su movimiento sería objetado por reforzar una posición estadística dominante. Tiene 28,2 millones de clientes móviles y Bouygues 11,6 millones, por lo que una eventual fusión sumaría el 60% del mercado móvil y aproximadamente la mitad del de banda ancha fija. El ministro de Economía, Emmanuel Macron, ha dicho no ser dogmático mientras no se pierdan empleos, pero al final tendría que imponer medidas correctivas .
Un compromiso posible sería redistribuir clientes entre los competidores hasta dejar su cuota de mercado por debajo del 50%, calmando así la inquietud de Vestager. Podría combinarse con una cesión de espectro o concesiones sobre los derechos audiovisuales que controla Orange. ¿Valdría la pena el sacrificio de Orange? Quizá, si el principio fuera aplicable a otros países europeos donde no está pero quisiera estar. Financieramente, tendría que pagar el máximo posible en acciones y desprenderse de activos para asegurarse de que el rating de su deuda no se degrade.
Stéphane Richard, CEO de Orange endosa la situación del mercado francés al contexto de la UE: «Veinte años de regulación en Europa han fragilizado a los operadores europeos», declaraba la semana pasada – y lo viene diciendo desde hace años – al confirmar que no ha sido él quien tomó la iniciativa sino el magnate Martin Bouygues. «Esta vez, la dinámica es diferente».
Según Richard, cualquier otra combinación – todas en torno a Bouygues, predispuesto a vender, en ningún caso a comprar – sería peor. Pero la complejidad de un acuerdo reside en que debería contar con la complicidad de los otros dos operadores, para que sea toda la industria la que se beneficie de un saneamiento de sus resultados.
Conceptualmente, el fondo de la cuestión es el mismo en tota la UE: ¿es preferible que haya menos operadores móviles con más capacidad para invertir en la renovación de las redes, o que haya tantos competidores como soporte el mercado, con lo que los precios bajarían, lo que es bueno para los consumidores pero no para los operadores?
La convergencia está consiguiendo que ese debate pierda relevancia, y los planes competitivos tengan más que ver con la fibra que con las redes móviles. En Alemania, por ejemplo, Deutsche Telekom ha sido forzada a un acuerdo VULA [virtual unbundled local access] en beneficio de las filiales germanas de Telefónica y Vodafone. En este contexto, resucitan los rumores sobre la negociación entre Liberty Global [con activos de cable en varios países europeos] y Vodafone, que se ha quedado muy debilitada en Reino Unido. Lo curioso es que ambas están ausentes de Francia.
Imagino que algún lector se estará preguntando qué tiene que ver todo lo anterior con España «que es lo que a mí me interesa». Bueno, pues… los puntos de vista aldeanos me parecen, con perdón, poco lúcidos, pero aun así respondería a ese lector que la fibra es hoy por hoy en España, la clave del futuro del mercado de las telecos.