Cualquiera entendería que el CEO de una compañía cotizada renuncie – voluntariamente o no – cuando sus resultados operativos y financieros no satisfacen a los accionistas. Este no es, ni remotamente, el caso de Kwon Oh-hyun, CEO de Samsung Electronics, quien horas después de presentar magníficos resultados trimestrales, anunció que dejará sus funciones en marzo del año próximo. Kwon (64 años) considera que es tiempo de dar paso a una nueva generación para que tome las riendas de la compañía.
Si se toma la frase al pie de la letra, preanuncia la retirada de los otros dos pesos pesados del organigrama: Shin Jong-hyun [más conocido como JK Shin] y Yoon Boo-keun, que dirigen las divisiones de comunicaciones móviles y electrónica de consumo. Samsung Electronics es regida por este triunvirato, cada uno de ellos con el rango de CEO, si bien Kwon – a cargo de la división de semiconductores – pasa por ser el primus inter pares. Al cabo, el cambio generacional podría ser relativo: el aparente candidato a tomar el puesto de Kwon sería Kim Ki-nam, de 59 años, número dos de la misma rama que Kwon.
Lo que sorprende del anuncio es la oportunidad. Samsung cerró el período julio-septiembre con unos ingresos de 62 billones de won (54.900 millones de dólares), una subida interanual del 29,6%, y beneficios operativos de 14,5 billones de won (12.800 millones de dólares) que representan un salto del 178,8%. Secuencialmente, los avances han sido modestos: 1,6% y 3,1%, respectivamente. En la división de consumo, la recuperación se debería a que el Galaxy S8 sigue vendiéndose bien, mientras que del reciente Galaxy Note 8 se espera vender 10 millones de unidades este año.
Estas son las noticias que importan a los inversores: el anuncio de Kwon apenas ha tenido impacto en la cotización, que lleva todo 2017 subiendo espectacularmente:
Tras volver al crecimiento y superar el fatídico 2016, ¿por qué renuncia el CEO en lugar de disfrutar del éxito? He intentado encontrar una respuesta consultando la única prensa coreana que puedo leer, el Korea Times, pero la noticia está contada con sospechosa circunspección.
Rastreando un poco más, he encontrado el resumen de un informe de Daiwa Capital Markets, en el que se relaciona la renuncia de Kwon con la inminente reapertura en apelación del proceso contra Lee Jae-yong, nieto del fundador y vicechairman, que cumple condena por un delito de corrupción que provocó la destitución de la anterior jefa de estado. Los analistas de Daiwa sostienen que Lee – tal vez confiado en que el Tribunal Supremo anulará la sentencia – busca afianzar su control a través de una segunda línea de directivos leales.
Algo deja traslucir el comunicado del CEO saliente: reconoce que Samsung atraviesa una «crisis sin precedentes debida a razones internas y externas [que justificarían su salida] por lo que la compañía necesita un nuevo líder». Es interesante una de las razones que identifica Kwon: «estamos lejos de haber encontrado nuevos motores de crecimiento que un día deberían sustituir a los actuales».
Al respecto, un analista de SK Securities opina que «desde el inicio del proceso contra Lee, los inversores están a ciegas en cuanto a los planes de futuro para Samsung». El gigante coreano es mundialmente conocido por sus smartphones Galaxy, pero debe su rentabilidad esencialmente a la división de semiconductores, que este verano consiguió arrebatar a Intel el primer puesto en el ranking de la industria. La idea que se hacen los analistas es que Samsung debería aprovechar esa superioridad, crucial en la cadena de valor, para atreverse más allá de los smartphones (cuya desaceleración es un hecho) y entrar en nuevas áreas de negocio que aseguren una posición a largo plazo.
Esta sería, según dicen, la posición de Lee, con el serio inconveniente de que no se puede dirigir una empresa de esta complejidad desde la cárcel. Los entresijos de Samsung a tan alto nivel sólo los conocen sus protagonistas, por lo que este plumilla se encomienda al criterio de los analistas de inversión. Coinciden en que la clave del futuro de Samsung está en sus fábricas de memorias: es casi imposible nombrar un dominio tecnológico que no esté demandando más y más capacidades de almacenamiento. Y no sólo por el auge del cloud computing, que también: un ejemplo a mano es que cuando finalmente despegue el mercado del coche autónomo – y no hay acuerdo sobre el cuándo – va a producir enormes volúmenes de datos.
No parece que Samsung Electronics tenga intención de entrar directamente en ese mercado concreto, pero ya está colaborando con su compatriota Hyundai; la compra del fabricante de componentes Harman International apunta en la misma dirección. El informe de Daiwa antes citado advierte que Samsung tendría muy difícil crecer orgánicamente en áreas diferentes a las actuales; en consecuencia, necesita una estrategia bien elaborada de adquisiciones, que se antoja imposible ejecutar en ausencia del heredero de la familia que controla la compañía.