27/12/2012

27Dic

Tiempo de deseos, buenos deseos, los mejores deseos. Mientras escribo estas últimas líneas de 2012, mi mesa está abarrotada, como suele: un monitor, dos portátiles, una tableta, dos móviles, un escáner, tres discos externos, dos grabadoras, conectores y cables no identificados. ¿Homo digitalis? No es para tanto: también tres libros, uno de ellos intonso, unos cuantos periódicos y dos pilas de papeles.

Pues sí, todo lo que creo digno de ser leído, lo leo impreso o lo imprimo; subjetivamente, asocio mis deseos al futuro de mi oficio. El olor a tinta no es agradable en estos tiempos duros: en 2012 han cerrado decenas de medios de comunicación, varios miles de periodistas han perdido su empleo, y aparece un pájaro de mal agüero que profetiza la desaparición de la prensa impresa en España para 2020 (sic).

Perdonen que mis mejores deseos del Año Nuevo empiecen por ahí. No comparto esa dicotomía entre medios offline y online; me preocupa mucho más la distancia que se ensancha entre medios veraces y medios falaces, la diferencia entre un texto reflexivo y un tuit sumario. En lo que a mí respecta, me gustaría tener en 2013 la oportunidad de seguir haciendo mi trabajo de periodista con entusiasmo, espíritu crítico y respeto. Y ustedes que lo vean. A los lectores, les deseo aquello que para cada uno represente su ventura personal y su meta profesional. Quedan convocados en este espacio a partir del lunes 7 de enero. Hasta entonces,

Norberto


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