16/01/2013

16Ene

No tengo una estadística pero así, a ojo de buen cubero, desde hace un par de semanas el volumen de información que entra en mi buzón acerca de Apple triplica, si no más, a la relativa a cualquier otra empresa. En parte, son aficionados al análisis bursátil (es decir, obviamente interesados), que quieren lucirse antes de la presentación de resultados, el próximo 23/1. Por otro lado, se han multiplicado los comentarios (probablemente no menos interesados) según los cuales una fuente taiwanesa habría contado que Apple ha recortado a la mitad sus pedidos de pantallas para el iPhone 5.

Deducir de esta versión que las ventas del iPhone van a caer en picado, es de una audacia notable. Potencialmente un disparate, si se confimara que en el cuarto trimestre (primero fiscal para Apple) el número de unidades vendidas habría batido el récord histórico [ya se verá]. Como he aprendido a desconfiar de las noticias que vienen de Taiwan, casi me atrevo a sospechar que pudiera haber otras razones tras el telón. Una posibilidad es que para el próximo relevo del iPhone 5 se contemple otra tecnología de pantallas, que no compraría, o no todas, a los suministradores habituales – taiwaneses – sino a alguno de otro origen, como Sharp y/o LG.

Admito que mi hipótesis es suspìcaz. Uno o más de los perjudicados habrían decidido enrarecer un poco el ambiente, intoxicar a los medios proclives a ese juego, y castigar así a Apple donde duele, en la bolsa, donde lleva tiempo en incomprensible bajada. No es paranoia: a casi una semana de un anuncio de resultados que se prevén espectaculares, la acción de Apple ha vuelto a caer, y ayer cerraba en el Nasdaq al precio más bajo desde febrero de 2012. Una de dos: alguien sabe algo que el resto del mundo ignora, o se cumple una vez más aquel axioma que dice: «no dejes que una buena noticia te estropee un titular.


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