El forzado optimismo que suele prevalecer – y prevalece – por estas fechas, ha pillado con el pie cambiado a los directivos de Cisco, que en su conferencia con analistas de la semana pasada han tenido que poner por encima de todo el potencial de la compañía, tras admitir que el crecimiento durante los próximos tres a cinco años será inferior al que esperaban. De un rango previsto del 5 al 7% anual medio, han rebajado el pronóstico hasta el 3 a 6%. Frank Calderoni, CFO, lo explicó por las condiciones macroeconómicas en los mercados emergentes, la transición que viven algunas líneas de productos y «ciertos retos que observamos entre los proveedores de servicios» [léase telecos].
Los resultados del primer trimestre fiscal arrojaron un descenso del 12% en los ingresos, con una fuerte caída en cinco mercados emergentes – Brasil, México, India, China y Rusia – pero Calderoni ya advirtió que en el siguiente (el actual) los ingresos podrían caer un 8 o quizás un 10%.
Si los problemas de Cisco son sistémicos o esporádicos, es una discusión que se plantea periódicamente, y por eso algunos le han adjudicado el adjetivo bellwether (cabestro), por su cualidad de marcar la dirección de la manada. John Chambers repitió el jueves algo que ha dicho otras veces: Cisco refleja las circunstancias del mercado dos trimestres antes que sus competidores. ¿Está diciendo que a otros les pasará lo mismo en algún momento del 2014? No sería una buena noticia la reaparición del ciclo negativo.
Algunos analistas han dramatizado, al señalar que Cisco tiene demasiados frentes abiertos, que combina divisiones fuertes con otras muy débiles y que, por tanto, estaría abocada a perder cuota de mercado. Como consecuencia de esta prédica, la cotización ha caído un 14% en seis meses; pese a que, si se considera ortodoxamente el precio y el PER, la acción estaría infravalorada: con más de 30.000 millones de tesorería y un ritmo de beneficio en torno al 8%, el catastrofismo no está justificado, a menos que primen intereses bursátiles.
Por otro lado, vuelven a aflorar los comentarios sobre la amenaza que SDN (software-defined networks) podría representar como arma con la que los competidores pretenden destronar a Cisco de su dominio en el mercado de networking. Ciertamente, esa tecnología ha abierto la partida a más jugadores, y Cisco ha tenido que reaccionar Según Chambers, «estamos preparados para los cambios en el mercado; ya pueden verlo ustedes, y lo verán el año próximo con los anuncios de nuevos productos». En lo inmediato, frente a SDN, Cisco ha presentado su alternativa ACI, una arquitectura para centros de datos que pretende responder a esa aparente amenaza y con ello proteger su negocio tradicional.
Según Chambers, Cisco es el «líder natural» en networking. Citó como prueba que desde su lanzamiento hace cinco semanas, junto con la nueva línea de routers Nexus 900, «ACI ha atraído el interés de 300 clientes serios, y hemos cerrado varios pedidos de entre 40 y 100 millones de dólares cada uno». Está en juego mucho más que un cambio de arquitectura, subrayó: «se trata de facilitar a los proveedores de servicio ahorros considerables en sus gastos operativos», tras lo que desafió exaltado: «¿alguien puede creer seriamente que estos clientes nuestros de toda la vida, que confían en nuestras capacidades, nos van a abandonar para apostar por Juniper, Alcatel o Huawei? Esta es una batalla que vamos a ganar cada vez que se plantee»
El catálogo de Cisco se ampliará próximamente en otra dirección: en el primer trimestre se espera el anuncio de la segunda generación de sus servidores UCS, que desde su lanzamiento han conquistado un 5% de un mercado del que hace cuatro años estaban ausentes. Optimizados para Big Data, los nuevos UCS 2.0 serán la punta de lanza de Cisco en el fenómeno de las infraestructuras convergentes, de las que ningún proveedor importante quiere quedarse al margen.