Es lógico y a la vez injusto identificar la marca Motorola con la telefonía celular. Justo, porque fue en el seno de la antigua Motorola donde Martin Cooper inventó el primer teléfono móvil en 1973, y porque durante muchos años la compañía lideró el mercado, hasta su colapso de 2007 [todos sabemos quién dio la vuelta al mercado aquel año, derrumbando primero a Motorola, luego a Nokia, etc]. En 2011, bajo la presión de un inversor oportunista, Motorola se escindió en dos compañías, una de las cuales – bautizada Motorola Mobility – sería absorbida por Google en 2011 y acabará dentro de unos meses en manos de Lenovo, cuando se consume el trato de enero.
Tan tortuosa trayectoria de la mitad de Motorola ha enmascarado la marcha de la otra rama resultante de la escisión Presidida por Greg Brown, Motorola Solutions ha seguido explotando su negocio más clásico – se remonta a su fundación en 1928 – los sistemas de comunicaciones por radio para empresas y gobiernos [¿quién no recuerda sus famosos walkie-talkies y sus push-to-talk?]
Motorola Solutions anunció ayer que venderá, al precio de 3.450 millones de dólares, una parte de sus negocios, el relacionada con las comunicaciones de empresa, a Zebra Technologies, un competidor menor – pero aparentemente más dinámico – especializado en desarrollar y vender sistemas para la gestión ´inteligente` de la cadena de suministro [RFID, código de barras, etc] y apenas asomado al nuevo mundo del Internet de las Cosas. La transacción tiene sentido para ambas partes: de haberse hecho el año pasado, la facturación de Zebra pudo haber sido de 3.500 millones de dólares, en lugar de 1.000 millones.
Tras esta sucesión de desprendimientos, ¿qué quedará de Motorola tras la operación? Si nos atenemos a lo que dijo Brown en la rueda de prensa, será una compañía con 4.500 empleados menos, aprovechará la ocasión para que sus accionistas recuperen créditos fiscales por las minusvalías heredadas de la segregación de 2011, y preservará la continuidad del negocio que mejor controla, el suministro de sistemas de comunicaciones para sistemas gubernamentales, fuerzas armadas y servicios públicos.
Tengo entendido que este mercado, con mucho todavía de analógico, está en plena transición: desde la tecnología LMR (land mobile radio) basada en la voz, pasará ineludiblemente a la generalización de LTE, cuyo énfasis está en los datos y las imágenes. Según informes publicados por Motorola, un 67% de los sistemas instalados en su clientela tiene más de seis años de antigüedad; es conocido que la tendencia de las autoridades – al menos donde pueden permitírselo – apunta a la sustitución de los sistemas de respuesta ante emergencias, por comunicaciones avanzadas. En este mercado, que conoce al dedillo, Motorola no tropieza con una competencia comparable a la que tenía que enfrentarse en el negocio que acaba de vender. En estos tiempos de prédica del crecimiento a cualquier precio, puede que achicarse sea una estrategia sensata, y a veces la única posible.