El caso de Alcatel-Lucent es paradójico. Es protagonista importante de un sector en constante ebullición y que vive un crecimiento explosivo del tráfico, pero a la vez la compañía es víctima del recorte de inversiones de sus clientes, y de una feroz competencia china. Tras reestructuración dolorosas, la empresa – refundada en su forma actual en 2006 – sólo ha conseguido ser rentable brevemente, en 2011. Desde entonces, ha vuelto a recaer: en dos trimestres de 2012 ha hilvanado pérdidas, y no se espera que las cosas cambien en los que restan.
El CEO Ben Verwaayen cumplía su promesa, pero la recesión se le ha caído encima, y en julio tuvo que anunciar un plan de reducción de 5.000 de los 76.000 puestos de trabajo, con el objetivo de ahorrar 1.200 millones antes de finales de 2013. Para esa fecha, espera que la cuenta de resultados sea positiva.
Hasta aquí, el guión tiene renglones conocidos en la esta industria. Lo que no es tan habitual es la movida en la cúspide de la compañía. Paul Tufano, el CFO, sumará a esta función la de COO, y asumirá directamente el mando de tres actividades verticales. Sólo dos – networks and platforms, y managed services – tendrán sus propios presidentes. La explicación oficial es que la empresa necesita adelgazar y adoptar un “modelo de negocio simplificado”. Lo que no explica es por qué una decisión de tanta urgencia se aplicará sólo a partir del 1 de enero próximo.
Los analistas de Chevreux (grupo Crédit Agricole) añaden un motivo de inquietud: la liquidez de Alcatel-Lucent desciende peligrosamente. Ante esta perspectiva, le recomiendan que abandone la ambición de ser un conglomerado de infraestructuras de telecomunicaciones, que enajene ciertas líneas de producto y que deje de estar presente en países y/o regiones deficitarias. “Con los chinos no hay quien pueda”, dictamina un analista, refiriéndose a Huawei y ZTE.
Es curioso que esto se diga justamente cuando Alcatel-Lucent acaba de ganar un contrato del operador China Telecom para suministrarle infraestructuras ópticas de banda ancha, por una cifra no revelada. Tampoco se ha informado del monto de otro contrato, adjudicado por Telefónica, para la integración de sus plataformas de gestión de operaciones de red en todas las filiales del grupo. No hay duda de que son dos alegrías que alivian la pesadumbre de una lista de malas noticias.