El won, la moneda coreana, alcanzó la semana pasada su máximo valor en dos años frente al dólar y el euro, y el más alto en cinco años frente al yen. No es el único problema que afronta Samsung, pero no hay duda de que perturba sus exportaciones, dando la vuelta a una de las ventajas que le han permitido ganar la primera plaza en la tabla de ventas de smartphones. La compañía no presentará sus resultados hasta el 24 de enero, pero se ha curado en salud anticipando su estimación de beneficio operativo: 8,3 billones de won (5.700 millones de euros) sobre unos 59 billones (40.600 millones) de ingresos. Aunque provisionales, las cifras son muy inferiores a las que habían calculado los analistas: 9.700 y 61.500 millones de won, respectivamente.
No se conoce (todavía) una explicación oficial, pero puesto a comparar los observadores recuerdan que en el trimestre anterior el beneficio fue un 22% más alto, sobre una cifra de ingresos similar, e incluso si se remontan al cuarto de 2013 encuentran parámetros mejores que los actuales. Es fácil, con esta tendencia, pronosticar que en 2014 se cortará el ciclo ascendente en las cuentas de Samsung.
Todas las interpretaciones que he leído apuntan al descenso en la rentabilidad de los smartphones de la marca, a la debilidad de las ventas de televisores y a la contracción de márgenes en las ventas de pantallas y memorias [cuyo primer cliente sigue siendo Apple], al parecer afectadas por una acumulación de stocks. De todos modos, el primer factor parece ser el más importante, porque la división de móviles aporta dos tercios del beneficio operativo de Samsung Electronics.
El gigante coreano es, sin discusión, líder del mercado mundial de smartphones y segundo en el de tabletas. O sea que tiene más fácil caer que subir. Las ventas del producto estrella, el Galaxy S4 (presentado en marzo, con lo que naturalmente el impacto inicial declina) no han respondido a las expectativas, por lo que la compañía ha optado por lanzar variantes de menor precio para estimular la demanda. Entre setiembre y diciembre, la entrada en escena de los nuevos iPhone 5S y 5C ha implicado que Samsung perdiera cuota en dos mercados clave, Estados Unidos y Japón. El problema podría agravarse en el arranque de 2014 por efecto del acuerdo al que han llegado Apple y China Mobile, el mayor operador móvil del mundo.
Es costumbre en Corea que los grandes conglomerados – Samsung, LG y Hyundai – inicien el año con una ceremonia que tiene el propósito de cohesionar a sus ejecutivos en torno a la estrategia que propone la alta dirección. La prensa de Seúl – menos dócil de lo que pudiera pensarse – se ha ensañado con la foto del chairman Lee Kun-hee (71 años) llegando al auditorio apoyándose vacilante en su hija mayor. ¿Se reavivará el debate acerca de la sucesión? No necesariamente.
En esta ocasión, Lee repitió un mensaje que ya se le ha escuchado hace meses: Samsung tiene que corregir una mentalidad que era adecuada hace cinco o diez años, y tomar conciencia de que el hardware pierde importancia relativa frente al software, su asignatura pendiente. En una alusión que quizá resulte premonitoria, advirtió que Samsung ha sido capaz de alcanzar la cúspide en ciertas áreas de negocio, mientras otras no contribuyen al crecimiento de la compañía.