El newsletter del miércoles ha sido el que más comentarios ha despertado en los lectores de este blog a lo largo de cinco años. Se explica, creo, por las expectativas previas en torno a los anuncios de Apple y, a tenor de los muchos usuarios que se declaran decepcionados, lo poco sorprende que finalmente han sido los anuncios. Clara P. suscribe el siguiente comentario: «estoy decepcionada; no es [el Apple Watch] tecnológicamente lo bastante innovador como para romper con el mercado actual, y lo han intentado mimetizar físicamente como un reloj corriente, hasta con ruedecita. Me temo que Apple se está convirtiendo en otro Bang&Olufsen.. «.
O sea que esta lectora, como otros, esperaba algo más innovador, que rompiera el mercado, lo que ahora se dice ´disruptivo`. En mi opinión, Apple es víctima de su obsesión por controlar (también) lo que se escribe antes de cada uno de sus lanzamientos, pero la comunicación tiene a veces un problema con las dosis. El miércoles, Tim Cook no tenía entre manos nada que realmente justificara repetir aquella frase legendaria de Steve Jobs: one more thing. Ni los nuevos iPhone, ni el Apple Watch ni el sistema Apple Pay han sido sorpresas con respecto a lo publicado profusamente durante semanas. Si acaso, ha sido una sorpresa que no se hablara del uso del zafiro en el iPhone 6.
Pero la insatisfacción de usuarios como Clara, que se dice fiel a la marca, podría quedarse en impresión subjetiva, si en la práctica las novedades acabaran reforzando el bottom line de las cuentas de Apple.
Quizás estemos ante otro equívoco creado por el uso abusivo de la palabra ´innovación’. La semana pasada escuché objeciones parecidas en Berlín, tras la presentación de las últimas novedades de Samsung [«esperaba más, la verdad»]. No puedo hacer aquí un análisis reposado, pero tengo un par de cosas que decir.
Recuerdo que cuando Samsung presentó el Galaxy S4, sorprendió a todos con una abundancia de llamativas funciones embebidas en el hardware que se atenuarían en el modelo siguiente porque la compañía se había pasado de rosca. Un año y medio después, siguen sin captar la atención del usuario medio (pero han encarecido los costes), y Samsung ha optado por refrenar su vocación ´disruptiva’ para concentrarse en los nuevos formatos de forma. También recuerdo que cuando Apple, poco después, presentó su sensor de huella digital – no necesariamente una ´disrupción’ – los críticos desdeñaron su utilidad. Y sólo ahora, con el anuncio de Apple Pay parece asomar una razón de mercado para esa novedad. inutilizada hasta ahora.
El asunto exige más reflexión y más espacio, pero de la comparación entre Apple y Samsung podemos aprender algunas cosas. La primera es que Apple ha perdido aquella cualidad de romper el mercado que tuvo sucesivamente con el iPod, el iPhone y el iPad, ninguno de ellos realmente innovadores salvo en la ejecución de conceptos existentes. Con su Apple Watch, llega tarde con respecto a la competencia, o demasiado temprano según quienes piensan que la categoría no despegará masivamente.
La segunda: Apple se ha metido de lleno en el el desarrollo de un ´ecosistema` que se expresa en servicios y fuentes de ingresos; su ventaja es que está más cerca que nadie de alcanzar el objetivo. Samsung, por su lado, tiene bien acreditada su superioridad tecnológica, pero es vulnerable precisamente en el terreno en el que destaca su competidor.
Si, en lugar de pensar exclusivamente en el consumidor – como parece ser el caso de los que me escriben – observamos las estrategias respectivas en la movilidad empresarial, resulta que Samsung ha cogido ventaja aparente gracias a las funciones que incorpora en Knox, aprovechando la debilidad de BlackBerry; Apple parece estar más cerca de crear un ´ecosistema` propio si el acuerdo con IBM progresa adecuadamente. La semana que viene, prometo ocuparme de otros asuntos no menos relevantes.