No pensaba escribir a bote pronto sobre los anuncios de Apple, pero un par de lectores me han reclamado por no hacerlo la misma noche del lunes, ¡qué impaciencia! Así que, por complacerlos, ahí van unos primeros comentarios. Empezaré por señalar que no han alterado el pulso de la bolsa, lo que en principio indicaría que Apple ha vuelto a ser una inversión cuyo valor se rige por el beneficio y el margen, no por golpes de efecto febriles. Dicho sin descartar, por supuesto, esas «cosas increíbles» que Tim Cook dice tener en lista de espera.
Brevemente, lo que se anunció en San Francisco fue: 1) iOS7, 2) Mac OS X Mavericks [¿se acabaron los grandes felinos?], 3) iTunes Radio, 4) nuevos MacBook Air, y 5) una nueva generación de MacPro. Más software que hardware; o no el tipo de hardware que se diría capaz de desatar la euforia de los consumidores. Pero, atención, la renovación del software va más allá de un refresco del interfaz, como podrían pensar los devotos del diseño: incluso sin proporcionar grandes sorpresas, resuelve la fatiga de un sistema operativo que estaba envejeciendo y, sobre todo, anticipa que habrá una renovación fuerte en los próximos iPhone e iPad. Eso sí, los servicios siguen necesitando un ajuste importante para estar a la altura de la competencia.
El analista Gene Munster ha resumido muy bien el balance: mediáticamente, suele tener más relieve el hardware porque muchos usuarios se precipìtan a renovar sus móviles en las horas siguientes a un lanzamiento; en cambio, un nuevo software, a condición de que se presente oportunamente, tiene la virtud de magnetizar la demanda durante bastante tiempo.
No hay, ni se esperaban, noticias de proyectos legendarios como iTV o iWatch. Y hubiera sido de ingenuos confiar en que la conferencia del lunes diera pistas sobre el iPhone 5S, o sobre la presunta intención de sacar un móvil de bajo precio. Obviamente, la ausencia del primero deja el campo abierto a Samsung por varios meses adicionales [pero no parece que las ventas del Galaxy S4 sean como para lanzar cohetes]; más relevante es el hecho de que los mercados emergentes son – y previsiblemente serán en adelante – el primer vector de crecimiento del mercado, y en ellos Apple es débil.
Con estos elementos en la mano, no es extraño que las novedades del lunes excitaran tan poco a Wall Street y desencantaran a ciertos cronistas anhelantes. Ya lo he dicho: en mi opinión, hay que hacerse a la idea de que la empresa que nos ha maravillado durante tantos años, se está normalizando. ¿Qué tiene de malo?