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  12/01/2015

12Ene

Mañana (por hoy) puede haber un anuncio sensacional sobre IBM, me avisa desde Londres un colega para el que los domingos no son sagrados. Virginia Rometty acaba de cumplir tres años como CEO de IBM y está en vísperas de una profunda reestructuración, tanto o más profunda que la acometida en su día por Lou Gerstner. Ya dejó entrever algo en una entrevista de octubre con David Faber: «no hay duda de que la velocidad de transformación del mercado se ha acelerado […] nuestros clientes toman decisiones en semanas, a veces en horas, pero nuestra capacidad [de respuesta] no soporta esos plazos». Rometty repitió tres palabras clave: velocidad, flexibilidad y simplicidad. Insisto en que ocurría en octubre, pero imagino que las repetirá estos días.

Versiones que circulan en sordina dentro de la compañía indican que la estructura de tres grandes grupos con la cual la compañía ha operado durante años, tiene que cambiar, y el cambio se anunciará esta semana. Esa estructura – sugiere el argumento – ha dejado de ser eficaz en una era dominada por el consumo de TI, que exige un modelo de negocio acorde. La separación funcional entre hardware y software tuvo sentido hasta que Rometty decidió vender la deficitaria rama de servidores x86; en los nuevos tiempos, la actividad que cohesionará el conjunto es el cloud, que representa una minoría de la cifra de negocio, pero crece al 50%, y que Rometty presenta como prueba de la necesidad de reconducir la compañía para que pivote sobre las actividades «de valor».

La víctima propiciatoria de esta reorganización será la división de software, a la que Rometty achacaba, en la entrevista citada, «insuficiente flexibilidad». Desaparecerá para, en principio, ser disuelta en un nuevo Business Partner Group. En contraste, se refuerza un nuevo ´supergrupo`, que será dirigido por Rober LeBlanc, que pasa de VP de ser Sofware and Cloud Solutions a ocupar la nueva posición de Senior VP, IBM Cloud, creada a su medida, responsable de «todo el portfolio de tecnología y servicios cloud, incluyendo la estrategia, el diseño de productos, desarrollo de la oferta, marketing, ventas y servicio». Nada menos.

El antecedente que ha convertido la reorganización en inaplazable, está en los resultados del tercer trimestre. Cuando se presenten las cuentas anuales, el martes 20, Rometty ya tendrá en marcha su iniciativa, y con ello habrá acallado cualquier pregunta suspicaz. Más que de crecer, hablará de detener el achicamiento: en los pasados diez años, los ingresos de IBM habrán pasado de 97.000 a 97.400 millones de dólares (+0,4%), habiendo tocado los 110.000 millones en 2011. El ejercicio que acaba de empezar, tras la venta de los servidores x86 y de la división de microelectrónica, debería ser más chica pero rentable. Pese a esta trayectoria poco atractiva, la acción de IBM se ha sostenido gracias al dividendo y la compra de acciones propias, por una suma superior al total de inversiones de capital. Y aun así, en los dos últimos años, la cotización de IBM perdió un 17%, en contraste con el 40% de ganancia del índice S&P del que forma parte. Así las cosas, en octubre, Rometty cortó por lo sano abandonando la promesa de su antecesor, Sam Palmisano, de garantizar 20 dólares de beneficio por acción en 2015.

En los últimos meses se ha anticipado el giro en la estrategia de IBM. Ha firmado acuerdos con Apple, entre otros partners, y ha conseguido contratos de servicios de envergadura, además de crear una división específica para explotar su sistema Watson y seguir invirtiendo en centros de datos para prestar servicios cloud. Con esas cartas en la mano inicia Rometty el cuarto año de su mandato.


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