Por venir de quien viene, el Financial Times, la noticia tenía visos de veracidad: en la reunión que mantuvieron el 28/12 en Bruselas [no se dice de quien fue la iniciativa] el vicepresidente de la CE, Joaquín Almunia, y los presidentes de cuatro operadores europeos (Deutsche Telecom, France Télécom, Telecom Italia y Telefónica) habrían discutido la posibilidad de unificación de las infraestructuras europeas, probablemente bajo la forma de una new co, que asumiría los créditos necesarios para financiar las inversiones en una imprescindible modernización. La información, en primera página, provocó un discreto revuelo, pero ha sido inmediatamente desmentida por el portavoz de Almunia: «[el vicepresidente] no ha iniciado, sugerido ni respaldado ningún plan de esos operadores para unir sus infraestructuras o para compartir sus redes». Por su parte, Thierry Drieu, portavoz de ETNO, asociación europea de los operadores ´incumbentes´, ha negado que tal asunto estuviera en la agenda de la reunión.
Es llamativo que los desmentidos no aludan al tema que seguramente motivó el encuentro: las condiciones que la autoridad europea en materia de competencia – es decir, Almunia – ha impuesto a la fusión de dos operadores austríacos, han irritado a los peregrinos a Bruselas. De ellos, Stéphane Richard, de France Télécom, ha sido el más crítico, pero los cuatro (y otros que no estaban) piensan lo mismo: el mercado europeo de telecomunicaciones está demasiado fragmentado, con más de 1.200 proveedores de telefonía fija y bastante más de 100 operadores de telefonía móvil. Si a la hostilidad de los reguladores nacionales – en opinión de ETNO – se le suma un corsé que bloquea la consolidación dentro de cada mercado, será problemático para el sector abordar las cuantiosas inversiones para modernizar las redes y, por esta vía, cumplir con la Agenda Digital propuesta por la comisaria Neelie Kroes.
Frente a este conflicto explícito, imaginar una eventual red paneruropea equivale poco más o menos a «salirse por peteneras». Se expresara o no en la reunión, la idea de amalgamar infraestructuras (que es muchísimo más complejo que compartir antenas) en una entidad separada, es propulsada desde hace tiempo por grandes fondos de inversión [bien conectados con el diario londinense, por cierto] interesados en meter la cuchara en este sector.
Ya que me he puesto suspicaz, arriesgaré otra sospecha: asimismo, el episodio pudiera reflejar un choque de pareceres entre Almunia y su colega de Comisión, Neelie Kroes. Cada uno empieza a dar forma final a su legado, porque no está lejana la renovación, en 2014, de la Comisión Barroso. Observadores comunitarios otean la perspectiva de desaparición de la cartera de Kroes, que podría repartir sus funciones entre la de Competencia (que ahora ocupa Almunia) y la de Mercado Interior (Michel Barnier, en la actualidad).