Parece que esta vez Samsung Electronics tiene buenas noticias sobre sí misma. Como acostumbra, la compañía coreana ha sido muy diligente al anticipar sus cifras preliminares del primer trimestre, justo a tiempo para la junta de accionistas que se celebrará hoy. El beneficio operativo habría subido un 10,4%, que no es calderilla cuando se trata de 6.6 billones de won (5.000 millones de euros, redondeando). Y, de confirmar sus 37.200 millones de euros de ingresos, tendría legítimo derecho a reclamar el título de mayor empresa tecnológica del mundo por facturación. Por cierto, los dos parámetros exceden con holgura los pronósticos de los analistas consultados por Bloomberg. E interpretan que los éxitos de Samsung deberían debilitar a Apple, por ahora.
La división de móviles representa la mitad de los ingresos del grupo electrónico y el 38% de sus beneficios, otro dato que apunta en la buena dirección es que de la pareja de smartphones Galaxy S7/S7 Edge, se han vendido globalmente 9 millones de unidades en su primer mes, tres veces más de los que se vendieron de los S6/S6 Edge en el periodo comparable. En Europa Occidental, las ventas del S7 son un 20% superiores que las del modelo anterior.
Sin sacar conclusiones apresuradas, es plausible pensar que, de seguir la tendencia, Samsung se afianzaría en el primer puesto del ranking mundial del mercado de smartphones [en el último año cayó del 31% al 22%]. Casi con igual certeza se puede suponer que Apple perderá cuota, porque su nuevo iPhone 5SE ha llegado tarde para influir en el cómputo, y el iPhone 7 no saldrá hasta septiembre. Sería un error deducir que esta es una pelea entre dos gallos: en el corral se hace ver un tercero, Huawei, que sistemáticamente va metiendo miedo a los rivales [otro día me ocuparé del P9].
La verdad es que me interesa más el contexto que el protagonista. El mercado de smartphones ha entrado en una fase de crecimiento lento, probablemente larga: a pesar del récord del cuarto trimestre, 2015 habrá sido el último año en que los despachos han crecido al ritmo de dos dígitos: el pronóstico para 2016 es de un 7%: 1.500 millones de unidades. Y a este paso debería seguir, con los mercados maduros (y China, que ya es decir) en crecimiento cero. Los estudios de Kantar apuntan que los usuarios estiran la vida de sus móviles, por lo que las reservas se encuentran en países como India e Indonesia – demográficamente numerosos y con baja penetración, sensibles al precio – Samsung está experimentando avances gracias, en primer lugar, a su serie Galaxy J, con una apariencia similar a la serie S pero que se vende entre 150 y 250 dólares más barata. En India, con esa táctica, ha arrebatado cuatro puntos de cuota al fabricante local Micromax.
La ofensiva de Samsung hacia los mercados emergentes no es distinta de la que siguen otras marcas: buscan la celebridad con modelos de bandera pero seducen al consumidor con modelos menos glamurosos. De todos modos, queda mucho por hacer: Annette Zimmermann, analista de Gartner, opina que los fabricantes no han sido capaces de bajar sus precios lo suficiente para que el parque de feature phones se convierta en smarphones de gama baja.
La nueva orientación estratégica de Samsung toma en cuenta este factor: el nuevo VP a cargo del negocio móvil, DJ Koh ha decidido reducir el número de referencias a la vez que recortaba costes de producción: ambas maniobras deberían tener como resultado una mejora de márgenes que – Koh se cura en salud – sólo se podría apreciar dentro de un par de trimestres. Es un ejercicio delicado.