Que Google es el buscador más utilizado en Internet, no es novedad. Hay diversos métodos para medir su penetración, pero todos la sitúan por encima del 60% como poco, en casi cualquier país del planeta. En EEUU, el prestigioso informe Pew Internet & American Life revelaba ayer que el 84% de los americanos que hacen búsquedas online prefieran Google [recordemos que en 2004 eran el 47%]. El 74% opinan que la información que obtienen es fiable y útil. Pero no todo es positivo en los hallazgos de la investigación, porque al 65% de los encuestados no le gusta que Google almacene sus datos personales y los procese para ajustar los resultados “a su medida” para luego, en la práctica, segmentar los mensajes publicitarios que ¡inocentes! preferirían no recibir. Sólo el 23% dice que no le importa.
Esta es la gran contradicción – no exclusiva de Google, desde luego – que Kristen Purcell, directora del estudio, pone de relieve: “una clara mayoría está encantada con la existencia de los buscadores, pero lamenta que invadan su intimidad”. Una parte de esa mayoría – se supone que mejor informados – teme que los cambios introducidos recientemente por Google en su algoritmo, bajo el pomposo nombre de “nueva política de privacidad”, sea en realidad una manera de limitar los resultados, al clasificarlos para que correspondan a sus intereses y preferencias, tal como las interpreta el robot a partir de sus historias personales de búsquedas. Tengo una anécdota personal al respecto: hace unos dos años, por razones circunstanciales, un día hice en Google una búsqueda sobre Pakistán; desde entonces, recibo periódicamente spam relacionado con asuntos paquistaníes, que no me conciernen. He de decir que mis amigos en la dirección de Google se han declarado muy sorprendidos.
Dicen que en Europa somos más sensibles que en Estados Unidos a la llamada “privacidad”. Puede ser. La encuesta de Pew Research no permite comparar, pero es un indicador de nuestra incomprensión de las desconcertantes tendencias que genera un Leviatán que llamamos Internet.