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  10/07/2015

10Jul

Vuelvo sobre un asunto, la consolidación de las telecomunicaciones en Europa, que suele despertar comentarios de mis lectores. Releídas con un poco de distanciamiento, las declaraciones de la comisaria Marghette Vestager en las que negaba la conveniencia de reducir el número de operadores por país, pueden ser interpretadas como una teatralización, una postura destinada a marcar su territorio en previsión de puntos de fricción con las opiniones de dos de sus colegas en la Comisión Europea, que llevan temas afines al suyo.

En las últimas semanas, Andrus Ansip (Digital Single Market) volvió a defender la tesis de que la condición para que florezcan en la UE modelos de negocio innovadores es que los ciudadanos no se vean constreñidos por las fronteras nacionales en sus actividades sobre las redes de comunicaciones. Por la misma fecha Gunther Ottinger (Digital Economy and Society) opinaba que no podrá haber revolución digital en Europa mientras existan 28 marcos regulatorios diferentes, y se quejaba de que la cuestión crucial del espectro haya sido sustraída a las facultades de la Comisión. Diciendo cosas distintas a Vestager, en el fondo hablaban de lo mismo, la ausencia de un modelo concertado y aceptado.

Miguel, lector de los de primera hora – le reconozco la paciencia – y ex directivo de la industria, hoy retirado, me ha escrito un mail del que transcribiré un par de párrafos. «La solución a este debate ha estado clara desde hace años. Por supuesto que hay sitio para tres, para cuatro, y me atrevería a decir que hasta para cinco operadores en cada país europeo. Eso sí, para que fueran sostenible deberían ser los mismos en todos los países europeos. Este ha sido el gran fracaso de la UE en este tema: no haber sabido/podido favorecer una consolidación a nivel europeo (eso que intentan vendernos otra vez como mercado único)».

Reconoce el lector la existencia de barreras de distinta naturaleza, pero «mientras no lleguenos [a esa solución sostenible] seguiremos dando bandazos en un movimiento pendular que a veces consiste en quejarnos de la falta de competencia por la consolidación, y otras en quejarnos de la falta de rentabilidad de los operadores». Hay un riesgo – apostilla – de que «puede llegar un momento en canbien las condiciones y ´nos consoliden` desde fuera – desde Asia o desde Norteamérica, a uno u otro lado del río Grande».

Detengo aquí la cita. He leído en la prensa mexicana una entrevista al director financiero de América Móvil, que relaciono con lo anterior. Dice que, partiendo de su control sobre el 60% de Telekom Austria, el grupo fundado por Carlos Slim [que es el primero en América Latina, por delante de Telefónica] tiene previsto «invertir muy fuerte en Europa los próximos años […] es un mercado con mucho potencial, así que no descartamos la compra de más empresas».

Según su informe anual de 2014, el grupo ´incumbente` mexicano destinó ese año 60.000 millones de pesos (3.450 millones de euros) a inversiones en Europa; Telekom Austria aporta el 4,4% de los ingresos de América Móvil, y sus subsidiarias suman 20 millones de clientes en países de Europa Central y del Este (Bielorrusia, Bulgaria, Serbia, Croacia, Eslovenia y Macedonia, además de Austria). Según el diario El Financiero, en el punto de mira de Slim se encuentran Polonia, República Checa y Hungría «con una estrategia inicial de prepago que posteriormente podría convertir a postpago en la medida que los mercados alcancen niveles de penetración más altos». Si no me equivoco, en la lista identifico 7 – supuestamente secundarios – de los 28 mercados de la UE, mientras algunos en Bruselas parecen pensar sólo en los cuatro o cinco mercados más voluminosos y más saturados.


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