Michael Moritz, chairman de Sequoia Capital, es una leyenda entre los inversores especializados en negocios tecnológicos. A diferencia de otros que se manifiestan compulsivamente en Twitter, Moritz reserva para raras ocasiones sus expresiones públicas, pero cuando lo hace eleva el nivel intelectual de la conversación, y sólo si tiene algo importante que transmitir. La semana pasada, Moritz publicó una columna en el Financial Times que, resumida a continuación, deja una o varias lecciones.
Empieza por una constatación: «las 15 compañías tecnológicas de más alta capitalización bursátil en el año 2000, han sido colectivamente diezmadas: han perdido un 60% de su valor combinado de entonces». Individualmente, sólo una – Microsoft, y vaya lo que ha sufrido – vale hoy en bolsa más que hace quince años, cuando estalló la burbuja. De las otras, excluída Nortel (quebrada y liquidada) la que más se ha derrumbado es Cisco: de 403.000 millones a 144.000 millones. Le siguen Intel (de 288.000 ha caído a 161.000 millones) y EMC (que de valer 218.000 millones ha pasado a ser adquirida en 67.000 millones]. Y así hasta contar catorce víctimas de un cambio radical del mercado: el declive del hardware y el software convencional, el ascenso del cloud y el open source, entre otros fenómenos tecnológicos.
Por otro lado, si se escogen 15 compañías que en el 2000 valían menos de 10.000 millones de dólares cada una, hoy se encuentran entre las 50 más importantes por capitalización bursátil, con un valor conjunto de 2,1 trillones [billones de los nuestros]. Apple «vista como una curiosidad hace quince años», según Moritz, se ha elevado de 6.000 a 659.000 millones de dólares.
Algunas de las compañías más valiosas de la actualidad, no existían en 2000: Facebook, LinkedIn y Twitter. Google [costará habituarse a llamarla Alphabet] apenas despuntaba, y hoy vale 528.000 millones de dólares. No olvida señalar otro cambio trascendental: hace quince años nadie pensaba en China, pero hoy las compañías números cuatro, cinco y seis del ranking de capitalización bursátil del sector se llaman Alibaba, Tencent y Baidu.
Esta enumeración no la hace Moritz como un ejercicio trivial. En los dos párrafos finales descubre su propósito: es un llamamiento a la disciplina de las startups, una virtud que se adquiere en el mercado bursátil. Llama la atención a otros inversores sobre la cantidad de empresas que llevan demasiado tiempo viviendo de sucesivas rondas de financiación, sin dar el paso de cotizar en bolsa, que las legitimaría y acabaría con las dudas acerca de su verdadero valor.
Prácticamente todas las empresas punteras que nacieron entre 2000 y 2008, recuerda, consumieron cantidades pequeñas de capital antes de su salida a bolsa. Cita un caso probablemente irrepetible, Google: sólo necesitó recaudar 8.000 millones de dólares antes de ser rentable. Lo sabe bien Moritz, que fue uno de los primeros en recomendar a sus asociados que invirtieran en la idea de Page y Brin. Se estima que en la actualidad, la cartera de Sequoia Capital equivale al 22% de la capitalización conjunta en el Nasdaq.