Si hubiera que trazar un mapa de palabras con las primeras declaraciones de Chuck Robbins tras su designación como CEO de Cisco, una de las más frecuentes sería sin duda «priorizar». La dice profusamente en sus respuestas y la escribe en su blog personal. El verbo puede ser una manera que tiene Robbins de marcar su impronta desde el inicio sin dar pie a interpretaciones sesgadas de aquellos que esperan que muestre sus diferencias con John Chambers. Su primer hecho relevante ha sido la venta de los activos remanentes de Scientific Atlanta, una de las adquisiciones más caras de Chambers (6.900 millones de dólares del 2005) e intento fallido de tender un puente hacia los mercados de consumo.
En realidad, fue el CEO saliente quien cuatro días antes del relevo firmó esa venta a la empresa francesa Technicolor (es decir, lo que queda de la antigua Thomson) a cambio de 610 millones de dólares. Podría pensarse en una limpieza de última hora para despejar el desván, pero la operación responde a un hecho objetivo: el declive de la demanda de set-top boxes lleva a una inexorable concentración de la oferta. El ´hogar conectado` – y en consecuencia los operadores – se decanta por soluciones basadas en la nube. Según los analistas, para Cisco ese negocio – unos 1.600 millones anuales – no es rentable, ni encaja en su estrategia: para Technicolor, en cambio, es un chollo que le permitirá acumular un 30% del mercado de Estados Unidos y reforzar sus vínculos con los operadores de cable.
Robbins comenta varias veces en su blog que «Cisco está priorizando los elementos de nuestro portfolio que aportan más valor a nuestros clientes…». Discretamente, sin anuncio formal, Cisco ha dado carpetazo a otra adquisición de Chambers, que en 2013 pagó 415 millones de dólares por la empresa Whiptail, con la que esperaba asimilar rápidamente la tecnología de almacenamiento flash.
La familia de appliances Invicta, desarrollada a partir de Whiptail, no llegó a tener relevancia entre los ´elementos del portfolio` de Cisco y finalmente ha sido ´priorizada`, pero su intrahistoria merece contarse. Cuando Cisco entró – exitosamente, por cierto – en el negocio de los servidores con su línea UCS, el responsable de esta unidad, Paul Pérez, convenció a Chambers de que si pudiera añadir almacenamiento de estado sólido, marcaría una diferencia competitiva; tal fue el argumento para comprar la startup fundada por el visionario James Candelaria.
Aquella iniciativa precipitó el distanciamiento entre Cisco y EMC, que aún colea. Lo peor fue que el producto salió al mercado prematuramente y con imperfecciones. Para colmo, Candelaria se retiró tras sufrir un infarto; al poco tiempo, Pérez se marchó a Dell, y el proyecto quedó huérfano hasta que se ha extinguido sin pena ni gloria. Como el almacenamiento sí que es estratégico para Cisco, es posible que Robbins tenga que comprar otra empresa especializada.
Otra de las prioridades del nuevo CEO consiste en rodearse de un equipo confeccionado a su medida, prescindiendo de la mayoría de las figuras que rodearon a Chambers. Una sorpresa de los últimos días ha sido el desdoblamiento de la función de CTO con dos fichajes externos. El veterano Zorawar Biri Singh será el responsable de la «hoja de ruta tecnológica en materia de plataformas y arquitecturas», mientras Kevin Brady, ex vicepresidente de Salesforce, ocupará el nuevo puesto de chief digital officer.
De los dos nombramientos, el de Biri Singh es el más llamativo. Entre 2008 y 2011 fue uno de los inspiradores de la estrategia cloud de IBM, antes de ser tentado por Leo Apotheker para pasarse a HP, donde dirigió durante dos años el proyecto que pasaría a denominarse Helion.
Una prioridad que Robbins parece no tener en mente es una reducción de plantilla. De una larga entrevista con John Gallant, entresaco esta frase: «vamos a cerrar el cuarto trimestre con una plantilla ligeramente superior a la del principio, y espero cerrar nuestro próximo año fiscal [en julio del 2016] con una nómina ligeramente superior a la actual».
En cuanto a las diferencias con su antecesor, que las tendrá, irá Robbins descubriendo sus cartas poco a poco. Por ahora, se van sabiendo cosas: no tiene la exuberancia verbal de Chambers, no se le conocen simpatías políticas, dice no ser partidario de grandes adquisiciones y no consume Diet Coke.