La industria de la televisión sigue buscando la fórmula para restaurar sus años de gloria. Llevan dos años de crecimiento cero en volumen y, lo que es peor, los precios siguen cayendo. El mercado mundial apenas creció un 0,1% (cifras provisionales de NPD/DisplaySearch) en 2011, cerrando el año con 206 millones de unidades. La misma consultora (ver gráfico) estima que en 2012 se venderán 225 millones, un modesto incremento si la previsión se cumple. La 3D TV y la Smart TV ayudarán, pero poco: a la mayoría de los consumidores les atraen estas novedades, a condición de que no aumenten el precio. A los fabricantes les queda insistir en los atributos de siempre, el tamaño y la resolución de la pantalla.
Esta lección no es nueva pero se ha evidenciado otra vez en el CES de Las Vegas. “Las reducciones de precios no han sido tan vigorosas en 2011 como en los años anteriores, debido a la difícil transición que vive la industria”, explica el analista Paul Gagnon. Boo-Keun Yoon, que dirige este negocio en Samsung, espera que las condiciones del mercado mejoren este año: “típicamente, el precio medio de un televisor ha caído un 29% por año; es difícil que la industria consiga dar la vuelta a esta situación en la primera mitad del año, pero esperamos una recuperación en la segunda, cuando aparecerán nuevos productos Premium en el mercado”.
La secuencia por la que se ha llegado a esta situación es, en resumen, la siguiente: para recortar sus costes de producción, en la confianza de que el crecimiento continuaría, los fabricantes invirtieron grandes sumas en nuevas fábricas muy sofisticadas, o en la modernización de las existentes; cuando esas factorías alcanzaron su nivel óptimo, la recesión provocó un atracón de inventarios. Hay otros factores: la fortaleza relativa del yen frente al dólar y el euro afectó a los fabricantes japoneses (Sony, Sharp, Panasonic) al tiempo que sus competidores coreanos se beneficiaban de la depreciación del won.
Los rasgos premium – LED, 3D e Internet – sostendrán el modesto crecimiento en unidades y detendrán la erosión del precio medio, según NPD/DisplaySearch. Los televisores LCD representarán el 95% del total y la tecnología LED pasará del 46% al 68% de esa categoría. Los de plasma (PDP), que tuvieron su mejor año en 2010, seguirán cayendo hasta sólo 10 millones de unidades en 2015. La nueva tecnología OLED será marginal en unidades, sólo el 2,5% del segmento de más de 40 pulgadas en 2015.
Un detalle que no es menor: los mercados emergentes aportarán la mayor parte del crecimiento en los próximos cuatro años (11% anual en promedio), mientras los desarrollados descenderán, con suerte, el 1% cada año. China ya es el mayor mercado de televisores planos del mundo, y los analistas cuentan con un rápido despertar del mercado indio.
En la feria de electrónica de consumo de Las Vegas, Samsung y LG – números uno y dos del ranking de esta industria – causaron sensación con sus respectivos modelos de 55 pulgadas en tecnología OLED. La sigla OLED (organic light emitting diode) corresponde a una tecnología que hasta ahora sólo ha estado disponible en muy pequeños formatos. Su ventaja sobre los LCD/ LED actuales es que el panel emite luz, eliminando la necesidad de una fuerte trasera, con lo que la estructura es más delgada y más ligera. En 2008, Sony lanzó tímidamente en el mercado japonés los primeros televisores OLED, de 11 pulgadas, al equivalente de 2.200 dólares, pero los descatalogó en 2010.
En los pequeños formatos, mayoritariamente en smartphones [Samsung tiene una tableta de 7,7 pulgadas y espera lanzar un portátil en 2012], el sustrato de materiales orgánicos emite tres colores (rojo, verde, azul) que, al combinarse, forman una extraordinaria paleta. Cada color es depositado sobre el sustrato con una finísima máscara de metal para cada uno. Subir el tamaño de la pantalla es difícil, porque las máscaras tienden a combarse en el centro; este es el problema que Samsung y LG parecen haber resuelto.
No estará de más recordar que la tecnología OLED nació originalmente en los laboratorios de Kodak en los años 80; en 2009 cedió a LG sus patentes. Samsung dice haber resuelto ese problema desarrollando un proceso industrial propio, de dispersión de los tres materiales, pero no tiene que estar muy seguro de ello puesto que no descarta otras fórmulas.
El resultado es asombroso, y de acuerdo con la documentación de LG, la ratio de contraste es de 100.000:1 mientras que la media de un televisor LCD es de 1.600:1. Asombroso, pero muy caro: estos fabricantes no hablaron de precios, pero los analistas estiman que saldrán al mercado a mediados de año a unos 8.000 dólares y hacia finales de 2013 bajarán a la mitad de ese precio, “si las compañías encuentran la manera de recortar sus costes de producción”.
Sony no ha renunciado a retornar con televisores OLED, pero entretanto, en Las Vegas, presentó un prototipo bajo la denominación Crystal LED Display, que en 55 pulgadas usa 6 millones de diminutos LED montados frontalmente, lo que según la compañía mejora sustancialmente la eficiencia energética. Pero es, por el momento, un prototipo.
El tamaño importa, y mucho. Los estudios de mercado prevén que los ventas de televisores de más de 40 pulgadas crecerán este año un 12% y los de tamaño inferior decrecerán un 3%; anuncian también que, por regla general, un televisor de menos de 50 pulgadas costará menos de 1.000 dólares. La conclusión es evidente: combinar los avances tecnológicos con la ganancia en tamaño.
Si Samsung presentaba su serie E8000 de hasta 75 pulgadas y conectable a Internet, LG mostraba un modelo de 84 pulgadas con “ultra definición”, llamada 4K – cuatro veces la información visual de la alta definición actual – y Sharp iba más lejos, con un prototipo 8K. Ni hablar de precios o fecha de disponibilidad. Al margen de las hazañas tecnológicas, si los usuarios ya están suficientemente asombrados con sus televisores de 1080p (e incluso con los de 720p) ¿importa realmente multiplicar la definición por cuatro? Para la industria, la huida hacia adelante es una reacción lógica al descenso de los precios.
Presuntamente, la definición 4K no se incorporará a televisores de menos de 50 pulgadas, pero los fabricantes están convencidos de que, cuanto antes mejor, los consumidores migrarán hacia los formatos grandes y la diferencia se marcará más por la calidad de imagen que por el tamaño.
El razonamiento tiene un problema nada trivial. No hay contenidos ni emisiones en 4K (son raras en 1080p), y puesto que esta altísima definición equivale a una copia óptima de película en 35 mm, es improbable que los estudios den su luz verde. Será interesante ver cómo llegan estas propuestas a septiembre, fecha de la feria IFA de Berlín.