Jóvenes-conectados, o nativos-digitales son binomios léxicos de uso corriente, y motivo de curiosidad o investigación para sociólogos, economistas y funcionarios de distintos niveles. Son, según otra expresión que ha hecho carrera, «poderosos agentes de cambio social y acción democrática». Movimientos como las primaveras árabes, el 15-M español, el mexicano YoSoy132 o las protestas estudiantiles en Chile y Reino Unido han confirmado la necesidad de analizar el papel de Internet en el estallido de esas demandas generacionales. De esto se ocupa un capítulo del voluminoso estudio Measuring the Information Society 2013, publicado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
Para amplias capas demográficas, la información disponible gracias al uso de Internet y las comunicaciones móviles implican – predica ritualmente la UIT – un mejor acceso a los mercados y a la formación que necesitan para desarrollar sus carreras vitales y profesionales, participar en el proceso social y político, y exigir reconocimiento como ciudadanos. La tecnología da voz a quienes no la tenían, es el resumen con el que este organismo multilateral procura actualizar su mensaje, aletargado durante años.
Es cierto. Los entornos digitales han transformado la vida de los jóvenes en todo el mundo. Durante más de dos décadas se ha debatido acerca de la irrupción de una distintiva y reconocible generación de individuos nacida en la era digital y ferviente usuaria de las TIC. Abundan las frases hechas para referirse a esta parte de la población mundial: digital natives, net generation, milleninials, generation next, google generation, born digital, generation Y, generation C, homo-appiens, net savvy youth… El repertorio es seguramente incompleto, pero ¿qué hay bajo este sobrepeso nominalista?
En el capítulo 4 del informe MIS-2013, la UIT se decanta por la expresión Nativo Digital [en adelante ND] para referirse a este fenómeno de rigurosa actualidad. A priori, la definición es sencilla: ND es un joven cuya edad está en el rango de 15 a 24 años, con cinco o más años de experiencia en el uso de Internet. Estos son los principales elementos que menciona la literatura sociológica al respecto, pero quedan fuera otros más difíciles de discernir y cuantificar: la profundidad en el uso de la Red, las diferencias cognitivas en el seno de una población, o las motivaciones diferentes por las que usan los medios digitales. El modelo de análisis se complica.
Con arreglo a esa definición, se estima que en 2012 habia cerca de 363 millones de ND en una población mundial de 7.000 millones de personas. Es decir, el 5,2% de los habitantes del planeta y el 30% con este rango de edad, están inmersos en una actividad online capaz de impulsar – y liderar – las tendencias de la sociedad de la información.Que menos de un tercio de la población joven del mundo sea ND, es relevante.
El tramo demográfico desempeña un papel importante porque es el más numeroso dentro las «poblaciones digitales» en sus respectivos países y, por tanto, son los primeros protagonistas de la adopción, uso y evolución de la tecnología.
Según la UIT, en los próximos cinco años la cantidad global de ND se va a duplicar, gracias sobre todo a los países en desarrollo: el 52% de los jóvenes usuarios de Internet en esa parte del mundo no cualifica todavía como ND, pero las cifras apuntan que su volumen será el doble dentro de cinco años. Queda claro, pues, que desde una perspectiva actual los ND son una minoría de la juventud, algo que el estudio achaca al bajo nivel de uso de Internet en muchos países con demografía muy joven.
La capacidad para ser ND no es homogénea a escala mundial, y presenta importantes diferencias por países, regiones y niveles de desarrollo económico. La diferencia entre países es notable. Oscila entre un 0,13% en Timor y un 14% en Islandia, dos ejemplos extremos en todos los sentidos de la palabra. La lista de los cinco primeros se desagrega así: Islandia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Malasia y Lituania. La de los que obtienen peores resultados cubre la RD del Congo, Níger, Sierra Leona, Myammar (ex Birmania) y Timor. Hasta aquí, sin sorpresas.
Obsérvese que en Islandia (14% de ND), la penetración de Internet es cercana al 96% de los hogares. Le pisa los talones Nueva Zelanda (13,6% de ND) en un país donde casi el 95% de los jóvenes encajan en la definición de ND. El caso de Corea del Sur es más conocido: para 2015, todos los estudiantes del país estarán en condiciones de acceder a servicios de educación basados en cloud vía Internet inalámbrica desde las escuelas, y podrán utilizar materiales educativos en el momento y lugar que deseen.
Si acaso el lector tiene impaciencia por conocer la situación en España, ahí va: ocupa el puesto 59º en la tabla de 180 países estudiados en el informe, y el 18º en el grupo de países europeos. La cuota de ND es del 8,3%, lo que equivale a poco más de 3,8 millones de individuos en 2012. Saque cada cual su conclusión.
En la agregación de países por zonas del planeta, el porcentaje de ND varía desde el 10% en la región América (Estados Unidos y Canadá) hasta el 1,9% en el continente africano. Tan sólo un 4,2% de los jóvenes que viven en países en desarrollo se clasifican como ND, en contraste con la media del 10% en el mundo desarrollado.
Muchos países tienen una elevada proporción de jóvenes en el conjunto de sus habitantes y, además ya tiene nombre, eclosión juvenil [youth bulge, según la UIT]. La proporción del tramo 15-24 varía entre un 20,1% en África y un 12,4% en Europa. Pero también es significativa la oscilación cuando la comparación se hace según variables económicas: un 18,2% en los países en vía de desarrollo, frente a un 12,3% en los desarrollados.
Otro aspecto que influye es la denominada brecha generacional, que viene a ser la relación entre la penetración de Internet entre los jóvenes 15-24 y la que se registra en el conjunto de la población de cada país. Este índice varía del 2,8 a 1,0, con una media global de 1,8. Obviamente, la brecha es mayor cuanto menor es el grado de desarrollo. España registra un 97,5% de penetración de Internet entre los jóvenes, y un 72% en la población total, colocándose así en el puesto 34º con un valor de 1,4, ligeramente por encima de la media de los países desarrollados, que es de 1,3.
Es razonable concluir que, conforme aumenta la brecha generacional, crece la sensación de que los ND forman parte de una especie diferente. En los países donde este desfase es mayor, es más probable que el impacto de los ND sea más alto. Paradójicamente, mientras la mayor parte de la literatura al respecto se enfoca en los ND de países desarrollados – lo que indica un sesgo hacia las ganas de hacer negocio con los jóvenes – la UIT, fiel a su misión, subraya que «el nicho más importante se encuentra en los países en desarrollo».
Se apunta, por supuesto, la fuerte correlación entre las infraestructuras TIC – tal como se miden en el ICT Development Index, también elaborado por la UIT – y el porcentaje de su población clasificable como ND. Por fin, los resultados del modelo de análisis permiten alcanzar otro par de conclusiones que diferencian entre niveles de desarrollo económico: 1) en los países desarrollados, la mayoría de los jóvenes ya pasa parte de sus días online, pero no en mucho mayor medida que el resto de la población y 2) en los países ´en desarrollo` los ND son mayoritarios y están actuando como impulso del uso de las TIC en el conjunto. En este segundo grupo, [los ND] «son líderes, concentran habilidades, conocimientos y encapsulan muchos de los rasgos que definen la sociedad de la información».
[informe de Lola Sánchez]