No es broma: el último día de noviembre, la Internet Assigned Numbers Authority (IANA) distribuyó dos bloques de 16,8 millones de direcciones al organismo regional europeo RIPE NCC y otros tantos al de la región norteamericana, ARIN. El reparto disminuye de once a siete (en azul en la figura) los bloques “/8” disponibles, y la región Asia-Pacífico (APNIC) espera otros dos en enero. Luego, los últimos se repartirán entre las cinco regiones, lo que supondrá el agotamiento de las direcciones posibles bajo el sistema IPv4. Vinton Cerf, inventor del protocolo TCP/IP ha predicado en el desierto la cercanía del colapso, y la necesidad de acelerar la transición hacia IPv6.
En total, IPv4 suma exactamente 3.706.650.624 direcciones utilizables, pero el vértigo de Internet es imparable. Hace veinte años, en 2000, estaba disponible el 44% del total, ¿por qué darse prisa?. Desde entonces, se ha pasado de asignar cada año 79 millones a 210 millones, y se ha llegado a la situación actual: ya se ha asignado el 86%, casi 3.200 millones. Mediante una curiosa proyección estadística, se ha calculado que el almacén de números se agotará el 24 de septiembre de 2011; pasada esa fecha, cuando se complete el reparto a lo largo de la cadena, ningún usuario final podrá contratar una dirección nueva a partir de (supuestamente) el 1 de noviembre de 2012.
¿Alarmismo? ¿Intereses creados? Tal vez. Pero recuérdese que hace veinte años, el enlace más rápido entre redes troncales era de 1,5 Mbps, velocidad que hoy se considera básica para una conexión doméstica. En los 90, a poco de nacer la Word Wide Web, había 1,3 millones de ordenadores conectados; hoy el número ronda los 800 millones, y esto contando sólo los sistemas con DNS propio: es inconcebible que un ordenador pueda no tener conexión a Internet. Añádase el explosivo crecimiento de los dispositivos móviles, la virtualización y las aplicaciones de máquina a máquina, y se tendrá el panorama completo.
La buena noticia es que, mientras IPv4 se basa en direcciones de 32 bits, el protocolo de reemplazo – IPv6 – usa 128 bits, lo que multiplica la capacidad máxima de la red de redes, asegurando una prolongada tranquilidad. El problema es que IPv6, cuya primera documentación data de 1998, adolece de una adopción demasiado lenta: sólo unos cientos de miles de direcciones. Lo contrario de lo que se pensaba años atrás, cuando todo el mundo estaba convencido de que la transición se produciría en la trastienda y sin ruido. Vinton Cerf, que ahora es vicepresidente y `evangelista´ de Google, subraya que su empresa ha dedicado tres años a organizar la transición de sus sistemas, y que quien no lo haga con celeridad corre el riesgo de abortar su expansión.
Varios países, entre ellos Alemania, Francia ¡y Brasil! Se han tomado en serio la urgencia de hacer que su infraestructura de Internet evolucione. Quien parece haberlo comprendido, tardíamente, es Estados Unidos. Una reciente directiva presidencial ha ordenado a toda la administración que adapte sus sistemas a IPv6. Y quien de inmediato ha saltado sobre la oportunidad ha sido Cisco, cuyos nuevos routers ASR 1000 ya están preparados para el nuevo protocolo: es el primer suministrador que ha sido habilitado por el IPv6 Forum para certificar instalaciones y dar formación a los profesionales involucrados.
Quizá podría haber una solución provisional que alivie la presión del tiempo. Una parte de los bloques IPv4 no asignados a los registros regionales están reservados desde el origen del sistema para uso exclusivo de ciertas empresas (IBM, HP y Apple, entre ellas) y universidades como el MIT; otra fracción – 128 millones de direcciones – tienen un destino no revelado, fuera de la jurisdicción de la IANA. No obstante, una devolución de estos activos al dominio público parece poco probable.