25/01/2012

¿Demasiado tarde para BlackBerry?

Suele ocurrir en un ambiente empresarial condicionado por la bolsa. El CEO de una empresa, criticado periódicamente por los analistas – y un coro mediático – finge que no tiene nada de qué arrepentirse, pero al final acaba claudicando ante la presión. Apenas ha sido designado el sustituto, los críticos reanudan el ataque: porque es desconocido, bisoño, extranjero o todo a la vez (y lo peor es que a veces tienen razón). Esta es una visión impertinente de lo que ha sucedido esta semana en RIM, la empresa canadiense más conocida por su marca BlackBerry, cuyos máximos ejecutivos han dado un paso atrás que los analistas (y el coro) consideran insuficiente ¿Tendrán razón?

Thorsten Heins

Thorsten Heins

Mike Lazaridis, que fundó RIM en 1984, y su amigo Jim Balsillie – que se unió a él en 1992 – llevaban 20 años compartiendo la responsabilidad de dirigir la empresa. Se les reprochaba el hacerlo a su manera, con un consejo de administración irrelevante, pero no importó mucho mientras se vendieran blackberries. Los accionistas empezaron a quejarse del declive en el mercado estadounidense [“de poco te sirve vender mucho en Indonesia, si vendes poco en Wisconsin”, decía hace días un directivo al autor de este blog]. Hasta que el lunes RIM anunciaba que tiene un nuevo CEO, Thorsten Heins, de quien inmediatamente se ha sospechado que es un protegido del dúo saliente.

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Si uno estudia las cuentas de RIM, tal vez no sea para tanto. Sus ventas han seguido una trayectoria ascendente, aunque con varios signos preocupantes: pérdida de cuota en Estados Unidos, descenso del precio medio, retrasos en el lanzamiento de un nuevo sistema operativo, estrepitoso fracaso de la tableta PlayBook, fuga de directivos, entre ellos el de marketing. La desconfianza hizo presa entre los accionistas, y el valor bursátil de la compañía se ha desplomado (ver gráfico). Ahí duele.

Oficialmente, la compañía considera que los problemas son recientes. Los ingresos crecieron en forma sostenida hasta el primer trimestre de 2011, tocando techo en 5.500 millones de dólares, con beneficios de 934 millones. Pero en el trimestre cerrado en noviembre, bajaron a 5.100 millones y los beneficios a 265 millones.

Lazaridis y Balsillie han perdido la confianza de los inversores, y puede que la de muchos colaboradores. Han insistido en que su repliegue es voluntario, y no consecuencia de presiones. Aunque es difícil creerles, ellos solos controlan más del 12% de la compañía. Heins, nada más tomar el puesto de CEO, ha proclamado que no hay necesidad de cambiar la estrategia, sólo de ejecutarla con agilidad. Estas palabras no gustaron a quienes llevan tiempo reclamando otra estrategia..

Abreviando. Las posibilidades que se abren para RIM son varias, y ninguna tiene buena salida. La primera condición es preservar la fidelidad de los usuarios – el teclado qwerty es casi el único elemento distintivo de los dispositivos BlackBerry – mientras acelera la adopción de un interfaz táctil, como ha hecho el resto de la industria.

Hacer lo mismo que Nokia, pasándose a Windows Phone – o, peor aún, Android – sería un suicidio seguro. RIM está atada a la continuidad de su nuevo sistema operativo BlackBerry 10, incorporado con la adquisición de la compañía QNX en 2010, pero todavía sin dispositivos en el mercado.

Ceder a otros fabricantes la licencia de BlackBerry 10 sería una opción imaginativa, si acaso hubiera candidatos, pero antes habría que pasar la prueba del mercado, lo que no será antes del último trimestre de 2012.

Una variante que se ha mencionado es la explotación de la cartera de patentes de RIM, en un tiempo en el que estas se han convertido en arma de guerra entre fabricantes.

Por último, la alternativa radical sería aceptar una oferta de compra. Rumores no faltan, pero tienen poca sustancia. Pese a que cuenta con muchos millones de usuarios que generan ingresos recurrentes, la infraestructura de RIM sería casi imposible de casar con los intereses de otras compañías. Si hubiera alguna perspectiva de interpretar el cambio de CEO como un síntoma de transacción en el aire, la acción ya hubiera subido, y con motivo: durante meses, el valor bursátil ha estado por debajo del valor en libros.

Ahora viene una de esas conclusiones provisionales, con las que se corre el serio riesgo de equivocarse: RIM está obligada a aguantar mientras remonta la cuesta. La incógnita es si le queda tiempo.


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