Poco a poco se van conociendo más detalles de Windows 10, el próximo sistema operativo de la factoría Microsoft, con el que la compañía trata de corregir muchos de los problemas que plantea Windows 8 en su transición a un mundo dominado por los dispositivos móviles. Tanto que hay quien asegura que Microsoft se ha saltado el número 9 por dar una imagen de ruptura con lo anterior. Pamplinas. No se trata sólo de devolver el botón Inicio y el escritorio; lo que está en juego es mucho más que eso. Con Windows 8, Microsoft quiso reinventar su tablet pero erró en el intento de asemejarlo al PC. Además, mantuvo la dicotomía con el fallido Windows RT, generando aún más dudas.
Se espera que Windows 10 pueda funcionar en una amplia variedad de dispositivos, desde PC, tabletas y smartphones hasta la Xbox One o, desde pequeños sistemas embebidos hasta PC con pantallas de 80 pulgadas. No obstante, tanta diversidad de usos no significa que el sistema operativo tenga las mismas características y la interfaz de usuario en cualquier tipo de dispositivo.
Formalmente, lo presentado es una Tech Preview [ no una versión beta] que se puede descargar para que los profesionales de la informática puedan «contribuir» a su desarrollo definitivo. Quienes han tenido ocasión de probar Windows 10 aseguran que, a diferencia de Windows 8, la curva de aprendizaje es fácil. Se puede utilizar el menú de inicio a pantalla completa (aunque esta posibilidad viene desactivada por defecto), y las aplicaciones siempre aparecerán con una barra de ventanas. En la barra de tareas se mostrará siempre, a menos que se seleccione la vista de pantalla completa en el menú Opciones de la aplicación, un nuevo menú desplegable en la esquina superior izquierda para ir a la tienda de aplicaciones.
Igualmente, parece que Windows 10 incluye cientos de nuevas APIs para desarrollar aplicaciones para el interfaz de usuario Modern, aunque no está claro cuáles son las capacidades añadidas. Microsoft también ha asegurado a los desarrolladores que habrá una plataforma de desarrollo unificado para Windows 10, independientemente de en qué dispositivo vaya a ser utilizada. Es lo que la compañía denomina aplicación universal, aunque aún no está claro cómo se va a gestionar la visualización de la misma aplicación en un teléfono que en un ordenador.
En lo que todos coinciden es en que Windows 10 será considerablemente más intuitivo que su predecesor, algo esencial para el mundo corporativo. Además, se ha prometido que Windows 10 será compatible con «todos los sistemas de gestión tradicionales que se utilizan actualmente», lo que es importante ya que las empresas cada vez trabajan más desde dispositivos móviles.
En Windows 10 debutará algo que ha sido bautizado como «Continuum», una funcionalidad que ha sido desarrollada para beneficiar a los usuarios que utilizan los PC 2-en-1. Es un sistema inteligente que asegura que la interfaz de usuario de Windows 10 se adapta en tiempo real al dispositivo que se esté utilizando. Pensando en el usuario corporativo, otro rasgo clave es la posibilidad de ver múltiples escritorios virtuales. Desde hace años Windows soporta el escritorio múltiple, aunque es ahora cuando aparece casi por defecto.
Pero, sin duda, uno de los mayores cambios con la llegada de Windows 10 está relacionado con la política de actualización y nuevas versiones. Es un punto crítico, que supone una de las mayores decisiones que ha tenido que tomar el equipo que dirige Terry Myerson, VP de sistemas operativos. Está confirmado que las actualizaciones serán de tres niveles, con el fin de que el usuario elija. Una de ellas es la llamada rápida, otra de «bloqueo», y una tercera se sitúa a medio camino entre las anteriores. Si se trata de una empresa, esta puede elegir una frecuencia de actualización diferente para cada grupo de usuarios finales. En el primer nivel, los usuarios dispondrán de las actualizaciones según se produzcan.
Esta nueva práctica es consecuencia de la observación de que no conviene a los intereses de Microsoft que pase mucho tiempo entre una versión y la siguiente, con la experiencia de que la anterior tiende a convertirse en ´tapón`. Esta fórmula, que recibe el nombre de «lock-down para entornos de misión crítica», sólo proporcionará los cambios en materia de seguridad y actualizaciones sensibles, mientras que las nuevas características y los cambios de interfaz de usuario quedan excluídas del modelo. Para las empresas, se deja la posibilidad de gestionar las actualizaciones a su ritmo.
A medio camino se encuentra lo que Microsoft considera más cercano a las necesidades de los consumidores, pero sobre ello se extendió muy poco Joe Belfiore, mano derecha de Myerson y presentador tan habitual como eficaz. Con independencia de que en definitiva sea verdad que Windows 10 pueda llegar como actualización gratuita de Windows 8 para determinados usuarios, lo que queda como principal motivo del cambio es la vuelta del protagonismo de la pareja teclado-ratón. Aunque Microsoft no renuncia a que los usuarios del próximo Windows se aficionen al interfaz táctil. El problema de ser hegemónico es que surgen resistencias, y han quedado atrás los tiempos en que Microsoft podía dictar las reglas.
[informe de Arantxa Herranz]