Con escasos rasgos en común, salvo el liderazgo en sus respectivos campos, Nokia y Microsoft han decidido unir sus fuerzas en una iniciativa sorprendente, dirigida a superar debilidades que cada uno tiene en las comunicaciones móviles para empresas. Los primeros comentarios han puesto el foco en la presunta damnificada, la empresa canadiense RIM, más conocida por su marca BlackBerry. Esta visión puede resultar plausible, pero antes hay que definir lo más básico: qué se proponen los aliados? El punto esencial del acuerdo es más fácil de enunciar que de ejecutar: Nokia podrá integrar Office Mobile en sus smartphones, que funcionan bajo el sistema operativo Symbian.
Para Microsoft, esto equivale a una inflexión en su estrategia de toda la vida: nunca había autorizado a incorporar un componente de Windows Mobile a ningún fabricante que no tuviera un acuerdo de licencia sobre su sistema operativo. Para Nokia, por otro lado, significa desactivar el esfuerzo que ha dedicado a los nuevos desarrollos sobre el software que heredó de Intellisync, empresa adquirida en 2005 y gracias a la cual ha podido mantenerse en la cúspide del mercado de smartphones.
A partir de estos dos puntos, se abren otras interpretaciones menos creíbles. Una: Microsoft estaría preparando el camino para abandonar Windows Mobile, y necesita al líder del mercado como aliado. Es un disparate, replica Ken Dulaney, analista de Gartner, porque sería suicida renunciar a controlar una cuota de un mercado cuyo crecimiento es más intenso que el de los PC. Segunda: Nokia se aprestaría a lanzar productos con Windows Mobile; no parece que el fabricante finlandés tenga intención de sumarse a la lista de marcas que siguen la huella de Windows sino más bien que trata de hacer compatible su fidelidad a Symbian con un sobrevenido entusiasmo por Linux basado en un acuerdo con Intel.
Significativamente, por parte de Microsoft no ha aparecido en escena ningún responsable de Windows Mobile, sino que quien ha dado la cara ha sido Stephen Elop, que lo es de la división que se ocupa de Office. Esto debería ser indicio suficiente para acotar el alcance del acuerdo. Pero ¿y si hubiera algo más? Nokia y Microsoft tienen necesidad de atraer a desarrolladores de aplicaciones móviles sincronizadas con los sistemas de las empresas, y una manera de lograrlos es convencerles de que tendrán más rentabilidad que si aplican sus talentos trabajando para el iPhone, BlackBerry o al impetuoso Android. Demasiada especulación ¿verdad?