En la jerga del rugby, se llama patada a seguir. Es una táctica que pretende ganar metros, sorprender a la defensa adversaria y recuperar el balón más cerca de la línea de meta. Es, lo digo con admiración, lo que ha hecho SAP al presentar sus cuentas de 2013. Un análisis elemental de los resultados indica: 1) los ingresos totales han crecido un 4% sobre 2012, diez puntos menos que en los tres años anteriores, y no se espera una aceleración en 2014, 2) la venta de licencias de software ha bajado un 3%, pero sigue siendo su core business, 3) el descenso de la licencias ha afectado a la recaudación por soporte, que ha crecido un 6%, comparado con el 18% del año anterior y 4) el capítulo cloud y suscripciones ha crecido un 158% pero sólo representa el 4% de los ingresos.
En estas condiciones, no parece creíble que SAP pueda alcanzar en 2015 el objetivo de 20.000 millones de ingresos y un 10% aportado por el cloud. ¿Qué hacer? Mover el objetivo hasta 22.000 millones de ingresos con al menos un 15% generado en la nube. ¿Cuándo? Ya no en 2015 sino en 2017.
Bill McDermott, que pronto se quedará en exclusiva con el puesto de CEO que desde 2010 ha compartido con Jim Hageman Snabe, usó un discurso elíptico: «si recogiéramos la cosecha antes de tiempo, cometeríamos un grave error». Se refería, claro está, a la delicada migración desde su condición de proveedor de software on-premise al ambicionado modelo de software por suscripción. Ahí está el nudo de la cuestión: SAP necesita más tiempo para completar el desarrollo de su negocio cloud, en el que si algo sobra son competidores con parecidas intenciones.
Probablemente, para coger músculo necesitará hacer más adquisiciones – de hecho, a ellas debe ese espectacular salto de 270 a 697 millones de euros – y McDermott sugirió que está preparado. Se le notaron demasiado las maneras de veterano vendedor: «pretendemos ser líderes en usuarios, en ingresos y en la contratación en la nube; en realidad, ya lo somos en usuarios, somos el número dos en ingresos, y estamos acelerando el paso». Los analistas participantes en la conferencia, escribieron informes escépticos: según ellos, 2017 sería, a pesar de todo, un plazo corto para esas ambiciones.
Por otra parte, subsiste una inevitable dosis de confusión derivada del crecimiento inorgánico – y muy costoso – del negocio cloud de SAP, que se ha basado en las compras de SuccessFactors (3.400 millones de dólares) y Ariba (4.300 millones) seguidas en 2013 por la de la suiza Hybris. El mando sobre las actividades cloud fue confiado primero a Lars Dalgaard, fundador de SuccessFactors, quien más tarde dejó la compañía para invertir su fortuna sobrevenida; ocupó su lugar Bob Calderoni, ex CEO de Ariba, pero el mes pasado también anunció su marcha. Este parece ser el sino que acompaña las compras del dúo McDermott-Snabe.
De momento, pues, el balance entre la inversión en cloud y los ingresos generados es más bien magro. El consuelo para SAP sería, en todo caso, que lo mismo le ha ocurrido a su eterno rival Oracle. Los analistas han recordado estos días que el líder número uno en los tres parámetros citados por McDermott es Salesforce, pero también que esta ha perdido dinero en los trimestres recientes. Así se entiende mejor la táctica de la patada a seguir.