1/02/2016

1Feb

Estaba escrito que 2016 será un año de gran volatilidad. El repertorio de problemas de la economía mundial es conocido: la ralentización china, la caída del precio del petróleo (un 40% en doce meses), la fortaleza del dólar. En alguna escala, los tres factores influyen sobre la marcha del sector de las TI, y el inicio de la estación de anuncios de así lo va confirmando: será un año para recordar.

Para empezar, la semana pasada ha sido anómala (o representativa, como se quiera). Escribe Richard Waters: «no ocurre cada semana que dos enormes compañías tecnológicas como Facebook y Microsoft añadan 55.000 millones de dólares a su valor bursátil combinado, ni que esta rareza coincida con un descenso de 73.000 millones en la capitalización (también combinada) de Apple y Amazon». Ya sabemos que las expectativas son la materia de la que están hechos los sueños bursátiles, pero estamos hablando de cuatro de las diez compañías más valoradas de Wall Street.

Es fácil ver por qué sube la cotización de Facebook. Ha batido todas las previsiones de los analistas, con un 52% de aumento en sus ingresos del trimestre y un 46% en su beneficio por acción. Los indicadores a corto, medio y largo plazo, son positivos, tanto en la evolución del tráfico como en la ´monetización` de sus iniciativas. Hoy tendremos ocasión de compararlos con los de Google, aunque no sé si el ejercicio tiene mucho sentido más allá de saber quién va ganando la batalla de la publicidad en los móviles.

El caso de Microsoft puede sorprender por su bipolaridad. El beneficio de la división PC/Windows ha bajado un 5% y el del negocio cloud ha subido un 5%. Lo que significa que tanto los ingresos como los beneficios totales podrían decepcionar a los inversores, pero ha ocurrido lo contrario. Los resultados del trimestre han sido interpretados como síntomas de que el plan Nadella está funcionando: los ingresos de Azure, han vuelto a acelerarse y, a tenor de las cuentas presentadas, sus costes están bajando mientras los clientes evolucionan hacia servicios de más valor. Quien no lo entienda, es que se ha quedado con una imagen obsoleta/prejuiciosa de Microsoft.

Estos han sido los ganadores de la semana. La identidad de los perdedores es para dejar perplejo a cualquiera: ¿no era Apple la empresa más valorada del mundo? Ya me ocuparé de ella en detalle, tal vez mañana, pero no hay modo de disimular que el sucesor de Steve Jobs no puede seguir por mucho tiempo viviendo casi exclusivamente del iPhone. Sólo esta convicción puede explicar que, tras anunciarse un récord de beneficios, la acción perdiera el favor de inversores y analistas, incluyendo en estos algunos de los más proclives al olor de la manzana.

Más curioso, si cabe, es el caso de Amazon. Su acción subió un 9% la víspera del anuncio de resultados y cayó un 13% tras conocerse que, pese al incremento de los ingresos, ha sufrido un descenso de los beneficios. Más allá de factores coyunturales – los costes logísticos se salieron de madre en la estación de más movimiento – Wall Street ha visto la sombra del desdén que Jeff Bezos siempre ha tenido por la noción de ´valor para el accionista`. Un rasgo que merecería un comentario aparte es que AWS, su rama de servicios cloud, sigue creciendo impetuosamente (un 69% los ingresos del trimestre) y a este paso alcanzará pronto la línea en la que estaría justificado segregarla de la actividad de retail. Volveré sobre este asunto otro día, porque podría tener miga.


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