Seguramente quiso decir algo así como “un alivio temporal sólo enmascara los problemas”, pero para decirlo recurrió a un chascarrillo: “sepa que en mi país, algunos chavales se mean en los pantalones con el fin de entrar en calor”. La metáfora nórdica puede no ser del gusto de todos, pero Anssi Vanjoki, dimitido vicepresidente de Nokia, ha dado en el clavo con su respuesta a esta pregunta de un reportero: ”¿por qué Nokia no abandona Symbian y se pasa a Android como sistema operativo para sus móviles?” La frase de Vanjoki sugiere que el asunto ha sido discutido dentro de la compañía, e ilustra el ambiente que encuentra Stephen Elop al incorporarse como nuevo consejero delegado.
Si acaso existió, o existe, la discusión fue introducida desde fuera, por los analistas bursátiles que llevan muchos meses criticando el rumbo de Nokia, tanto que se han cobrado la cabeza de Olli-Pekka Kallasvuo. Su argumento se resume en dos líneas: recortando en 1.000 millones de euros el presupuesto que dedica anualmente a desarrollar software, el margen operativo de Nokia podría ganar 400 puntos básicos, la mitad de los que ha perdido entre 2007 y 2009. En un informe a sus clientes, el banco UBS afirma que si Nokia acertara a combinar su probada capacidad para diseñar hardware con las virtudes del sistema operativo de Google, su cuenta de resultados se aliviaría.
Este discurso lo conoce Elop, pero nada indica que sea la opinión del chairman Jorma Ollila, caudillo de Nokia desde hace 18 años A Vanjoki no le faltan razones: de seguir el consejo, Nokia se vería en posición desairada ante los consumidores, reducida al papel de diseñador de móviles ´commoditizados´, obligada a buscar la manera de diferenciarse del pelotón de los seguidores de Android.
En el fondo, todas las salidas son malas. Desde hace años en la industria se comenta que hay demasiados sistemas operativos para móviles, por lo que tarde o temprano el mercado hará una implacable selección, pasando de la decena actual a cinco como máximo. Hasta ahora, nadie ponía en duda que Symbian, con el parque más numeroso y la cuota más alta de ventas, sería uno de los vencedores. Pero el desarrollo de sus nuevas variantes ha sido increíblemente lento, y ahora se aprecian las consecuencias.
Todos los pronósticos publicados apuntan que Android se pondrá muy pronto a rueda de Symbian, pasando de las metáforas nórdicas a las del ciclismo. Nokia sigue corriendo a solas, desde que Samsung y Sony Ericsson se han apeado de la bicicleta para fichar por el equipo Android. En este contexto, salta una noticia inoportuna: las entregas del modelo N8, el primero con Symbian 3, tardarán otro mes, debido a imprecisos ajustes de última hora en el software. La demora no sería grave si no fuera porque el anuncio data de abril, y no es bueno defraudar las expectativas cuando, para seguir adelante, se necesita el concurso de los desarrolladores.
A estas alturas, quizá todo se reduzca a un dilema: capitular – calentarse por un rato, diría Vanjoki – o seguir invirtiendo tenazmente en el desarrollo de Symbian 4, que a partir de 2011 debería coexistir con MeeGo, iniciativa conjunta de Nokia e Intel. El primer extremo diluiría la personalidad de la compañía finlandesa, pero mejoraría la cotización; el segundo pondría otra vez de uñas a los amos de la bolsa, sin garantizar el éxito competitivo.