10/03/2014

Qualcomm, más allá del smartphone

El relevo de Paul Jacobs por Steve Mollenkopf como CEO de Qualcomm se concretó la semana pasada. La dimensión del hecho no puede ignorarse: al menos formalmente, la compañía deja de ser dinástica, aunque Jacobs seguirá marcando la ruta como chairman. Mollenkopf (44) ha hecho toda su carrera en Qualcomm, donde últimamente ocupaba el puesto de chief operating officer. Conoce al dedillo la empresa de San Diego, y sabe que la estabilidad es condición para la innovación. Hasta ahora, esta compañía había tenido dos CEO en tres décadas (Irwin Jacobs y su hijo Paul), de manera que su rumbo es previsible. Pero un giro estratégico se ha podido apreciar en el Mobile World Congress.

Steve Mollenkopf

Steve Mollenkopf

Una de las novedades que se vieron fue el procesador Snapdragon 801 con LTE integrada, que ya está incluído en el nuevo Galaxy S5 de Samsung. También hizo gala Qualcomm, junto con Ericsson, de su plataforma LTE Advanced de categoría 6, que puede alcanzar velocidades de 300 Mbps, el doble que la categoría 4, cuyo despliegue comercial se prevé para finales de 2014 o comienzos de 2015, según declaraciones de Enrico Salvatori, presidente de Qualcomm Europa.

Se recordará que en enero, en el CES de Las Vegas, Qualcomm no mostró muchas novedades relativas a los smartphones, pero hizo hincapié en el Internet de las cosas, en su particular contribución a la música por streaming y en la tecnología wearables [con el sorprendente reloj Toq]. Al mismo tiempo, presentó su procesador Snapdragon 802, destinado a equipar las Smart TV, pero menos de dos meses después ha cancelado el proyecto por – según un escueto comunicado – insuficiente demanda por parte de los fabricantes de televisores.

En el Mobile World Congress, como en ediciones anteriores se pudieron ver en vivo algunas muestras de esas tecnologías [a excepción del 802, como queda dicho] y se puso énfasis en las posibilidades que ofrece la plataforma AllJoyn, que asegura la interoperabilidad de dispositivos conectados, a través de un lenguaje de código abierto. Qualcomm ha optado por poner AllJoyn a disposición de la comunidad de desarrolladores open source, como alternativa al concepto de Samsung para conectar sus smartphones con sus televisores; o, en otro caso, el vínculo que impulsa Microsoft entre Windows Phone y sus consolas Xbox.

El coche conectado era una de las atracciones del stand de Qualcomm, con un espectacular Mercede como proa. Para esta línea estratégica, la compañía ha anunciado su chip Gobi 9×30, fabricado con densidad de 20 nanometros, para operar en LTE Advanced, que completa el anterior anuncio de su Snapdragon 602A, que es capaz de actuar como centro de comunicación del coche y ´renderiza` imágenes de video para navegación en 3D. Según presume la compañía, Gobi ya ha sido incorporado en 10 millones de vehículos, sobre todo en gamas de lujo.

En este escenario, Qualcomm tiene que enfrentarse a competidores que le son bien conocidos, Nvidia y Texas Instruments, por lo que se está moviendo con rapidez para llegar a acuerdos con fabricantes de coches. La intención de la compañía es facilitar una tecnología que, dicho en pocas palabras, permita tener las manos en el volante, porque todas las funciones serán activadas mediante la voz.

Sin embargo, los portavoces de Qualcomm reconocen que este mercado potencial, como el del Internet de las Cosas, están todavía a la espera de una definición más precisa, por las cuestiones de interoperabilidad aún no resueltas. Añaden, no obstante, que Qualcomm tiene la solución, Otra duda es si un electrodoméstico «inteligente» sería mejor aceptado por los consumidores que uno normal, y si sus atributos extras justificarían el precio a pagar por la adición. Lo mismo se puede decir de los wearables: ¿por qué Qualcomm ha desarrollado un producto final (algo que no está en sus costumbres)? Porque Toq contiene dos tecnologías importantes para la compañía: la pantalla Mirasol – que no ha atraído suficiente atención de los fabricantes de e-readers – y la técnica de carga inalámbrica WiPower.

Lo anterior confirma que Qualcomm no es partidaria de dar zancadas en ninguna dirección, pero da pasos sólidos en varias a la vez. «Es un ajuste de nuestro core business – explica Enrico Salvatori – que se apoya en los móviles, los smartphones y las tabletas, pero no se queda en ellos. En automoción, lo que estamos haciendo es expandir nuestra plataforma móvil, y lo hacemos porque la industria anda buscando una plataforma móvil. Se trata de una orientación al margen del producto tradicional en la electrónica del automóvil. Lo mismo ocurre con el hogar conectado: tratamos de aportar un nuevo valor en uno de los mercados más clásicos». En lo que esto tiene de giro estratégico, Qualcomm se ve obligada a abrir un abanico de relaciones con nuevos interlocutores, que serán fabricantes de ´cosas` y no de móviles.

No significa que atenúe el peso de los chips para los móviles en su negocio. En realidad, está apuntalado con su serie Snapdragon, instalada en el 43% de la demanda global de smartphones. A finales de diciembre, la compañía presentó su primer chip de 64 bits, Snapdragon 410, y ahora ya tiene para mostrar ejemplares de los nuevos 610 y 615, también de 64 bits y destinados a la gama alta. Tiempo atrás, Qualcomm intentó sentar la tesis de que la escalada de núcleos en los nuevos procesadores estaba por encima de las necesidades de la industria y los usuarios. No fue escuchada, y acabó nadando a favor de la corriente.

Qualcomm ha disfrutado de un modelo de negocio que primaba su innovación: no sólo se ha beneficiado de la ventas de sus chipsets, sino también de jugosas licencias sobre las patentes involucradas en los dispositivos más caros. Pero el mercado de smartphones de alta gama atraviesa una fase de saturación, y según los analistas su crecimiento se desacelerará en los próximos años, en virtud de un desplazamiento de la demanda hacia los mercados emergentes, de los que no se puede esperar que generen el mismo nivel de ingresos. De hecho, el plus de demanda en países como China e India está siendo satisfecho por marcas que no son clientes de Qualcomm.

En cuanto a las tabletas, Mollenkopf admitió en enero que la presencia de Qualcomm no es comparable con la que tiene en los smartphones. Aunque es cierto que se ha visto favorecida por la elección de sus procesadores para equipar los Kindle Fire HDX y el Nexus 7. Hizo una apuesta al acompañar a Microsoft en el lanzamiento de la tableta Surface con Windows RT, pero los frutos han sido magros. Intel, el adversario, es de cuidado, y también aquí se observa un rápido deterioro del precio medio. ¿Qué más queda? Los wearables y el Internet de las cosas son propicios para la demostrada capacidad de innovación de Qualcomm, y es lógico que en ellos trate de hacer valer esa baza.

La compra de 2.400 patentes de software que HP detentaba desde que se quedó con Palm y su sistema operativo WebOS, ha sido un movimiento revelador de que una vez asegurada su primacía en los componentes de hardware, procura fortalecer su capacidad de desarrollo por el lado del software, en el contexto de despliegue de redes LTE.

Qualcomm no tiene prisa por apuntarse al ruido en torno a 5G: «es más un debate conceptual en ausencia de definición real», sentencia Salvatori en un aparte durante el Mobile World Congress. «En comparación con la 3G, que fue definida por los operadores, los fabricantes de infraestructura y los de terminales, ya en la 4G, sobre todo en su variante LTE-Advanced, vemos la incorporación de nuevos actores interesados».

Mollenkopf ha tomado el mando de Qualcomm en una situación que, a priori, puede calificarse de envidiable: su acción cotiza más alto que nunca, y en el año fiscal 2013 ha generado un cash flow operativo de 8.800 millones de dólares, un 46% superior al de 2012. Paul Jacobs le ha dejado el listón muy alto en la relación con los accionistas, con un incremento del 20% en el dividendo. Estos parámetros son difícilmente mejorables, pero el nuevo CEO no se arredra: en la última presentación de resultados trimestrales, el entonces COO ya dejó claro que no será fácil repetir el ritmo de crecimiento de resultados de los últimos tres años.

[informe de Pablo G-Bejerano]


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