Un barco del calado de Cisco no corrige el rumbo fácilmente. Con 40.000 millones de dólares de ingresos anuales, ha desnudado sus problemas en dos trimestres consecutivos, y el que cerrará a finales de abril no pinta mejor. Sus acciones se cotizan a un múltiplo de apenas 11 a 12 veces el beneficio previsto, y en los últimos doce meses han perdido un tercio de su valor, frente al incremento del 15% en el índice Nasdaq. En la última década, sólo ganó un 9% de valor bursátil. Desde 2006, Chambers ha seguido un ritmo frenético de adquisiciones llevando las fronteras de la compañía a nuevas áreas de actividad, hasta treinta según sus planes. En cierto modo, no ha sido una excepción: todos los grandes de esta industria se han diversificado más allá de su core business, pero un informe de Deutsche Bank Securities describe con lenguaje militar la circunstancia que vive Cisco: “Chambers necesita agrupar sus tropas, tras constatar que ha extendido demasiado la línea del frente de batalla”. El punto crítico de la expansión, según los comentaristas, es la fallida incursión en la tecnología de consumo, una línea de actividad que aporta el 10% de sus ingresos y será probablemente la primera víctima de las decisiones que anticipa Chambers. En febrero, ya reconoció públicamente que esos productos debilitan el margen bruto de la compañía.