Al principio, pudo parecer sólo un proyecto oportunista, pero sus productores empiezan a soñar con un Oscar. No es que sean ideas contradictorias: en teoría, esta película podría tener como audiencia potencial a los 500 millones de usuarios de Facebook. The Social Network – se estrenará el viernes en Estados Unidos y el día 29 en España –narra, dicen que tomándose muchas licencias, la peripecia del estudiante de matemáticas Mark Zuckerberg, un tipo narcisista, marrullero y poco escrupuloso, que al cabo de seis años es dueño de una fortuna valorada en 6.900 millones de dólares. Un cálculo controvertido que añade morbo a la promoción del filme.
Como se ha contado tantas veces, Facebook fue creada por Zuckerberg, con la ayuda de varios amigos, en una residencia estudiantil de Harvard. Hasta ahí, la historia no sería más interesante que muchas otras de emprendedores veinteañeros. Pero este biopic, concebido por el respetado guionista Aaron Sorkin (El Ala Oeste de la Casa Blanca) carga mucha pólvora. Está basado en un libro, The Accidental Billionaires, que recoge testimonios de quienes se dicen engañados por su antiguo compañero, y hablan para vengarse. Al acercarse el estreno, los agentes de relaciones públicas de Facebook han hecho de todo para desacreditar el relato, y en este ambiente morboso han confluido libros y reportajes que rebaten la versión cinematográfica. Para redondear el montaje, Zuckerberg ha anunciado en televisión el nacimiento de una fundación que donará 100 millones de dólares para proyectos educativos.
Los críticos especializados elogian la película, opinan que tiene gancho, y Columbia Pictures ha empezado a moverse para colarla en la selección de candidaturas a un Oscar. Al final, no parece que Zuckerberg tenga motivos para disgustarse: muchísimos chicos de 19 años desearían estar en su pellejo y ninguna película, buena o mala, hará que se den de baja de Facebook. En este momento preciso, la revista Forbes incluye a Mark Zuckerberg en su lista de los 400 multimillonarios estadounidenses, con el puesto 35, precediendo nada menos que a Steve Jobs.
¿Sobre qué base ha calculado Forbes los 6.900 millones de patrimonio que atribuye a Zuckerberg? Con el subterfugio de asignar a Facebook un valor implícito de 33.000 millones de dólares. Implícito porque su capital no cotiza en bolsa y, por consiguiente, sus cuentas no son transparentes. Metodológicamente, es un disparate, sin más respaldo que el precio que ciertos inversores han pagado por paquetes minoritarios. El origen de la confusión se remonta a 2007, cuando Microsoft pagó 240 millones de dólares por el 1,6% de Facebook, una cifra escandalosa, porque reconocía un valor de 15.000 millones a una empresa sin activos, inicialmente para evitar que Google metiera las narices. El año pasado, un fondo ruso invirtió en Facebook sobre una valuación de 23.000 millones, y recientemente Elevation Partners (instrumento financiero de Bono, de U2) subió el listón al comprar acciones en el mercado secundario.
Este podría ser el fundamento de la delirante cifra de Forbes. Hay un mercado secundario donde se negocian títulos de compañías que no cotizan en bolsa, pero es muy poco líquido y nada transparente. Como se sabe, la capitalización bursátil de cualquier empresa refleja un múltiplo de sus ingresos reales o previstos, pero Facebook no tiene obligación de declarar, y por tanto no declara, la cuantía de sus ingresos. La alucinante carrera de Mark Zuckerberg puede continuar porque – como dice un personaje de la película – “un millón de dólares no es cool, lo realmente cool son mil millones”.