No es preciso insistir en que el almacenamiento de datos es uno de los segmentos más activos del mercado TI: es una evidencia. No se ha destacado igualmente que ese dinamismo se debe a que es de los pocos, si no el único, en el que la dimensión del mercado crece tanto en los entornos cloud como on premise. Valga como preludio al relato de otra visita del grupo de periodistas europeos que, una vez más, ha estado en el Silicon Valley para conocer en vivo y en directo las propuestas y modelos negocio de varias start up nacidas en los últimos años al calor de ese fenómeno. Han sido siete empresas – no todas californianas – que ocuparán dos capítulos, contando con la paciencia del lector.
Las tres empresas con las que empieza la serie – Tegile, Mangstor y FlashGrid – tienen como denominador común su condición de conversas al interfaz NVMe, está llamado a sustituir al tradicional SATA, que conecta los discos a los ordenadores cuando la memoria es del tipo flash.
Aunque la tecnología flash no es una novedad, su auge en el almacenamiento masivo de datos sí lo es. Lo que se explica tanto por su precio como por su capacidad. Las memorias flash son ideales para almacenar hasta unos centenares de gigabytes en un dispositivo portátil, encapsulada en diferentes formatos (tarjeta, lápiz de memoria o disco SSD). Pero, cuando se trata de almacenar en un mismo espacio varios miles de gigabytes, pasando a la escala de los petabytes, la cuestión se complica por el volumen, el precio y la gestión de los datos. La bajada del precio de las memorias flash, su mayor densidad de almacenamiento y el aumento de fiabilidad, han promovido su popularidad. Por ahora es menos conocido otro factor: la adopción por la industria de un interfaz de nombre impronunciable, NVMe.
Habrá que acostumbrarse a la sigla NVMe [Non-Volatile Memory Express] que acabará siendo un estándar para el acceso desde dispositivos flash acoplado a un bus PCIe [Peripheral Component Interconnect Express]. Es normal que se imponga, como solución mucho más rápida que los protocolos SATA o SAS. Un inconveniente de los discos de estado sólido (SSD) – además del precio, claro – era precisamente el interfaz SATA, que no alcanza la velocidad de transmisión de datos que aquellos justifican. El driver da acceso directo al medio de almacenamiento sin necesidad de un protocolo de red o de disco. NVMe se salta todos los protocolos, con la ventaja consiguiente.
Con la adopción creciente de NVMe, los equipos de almacenamiento all-flash-arrays (en adelante AFA) tienen una carta de triunfo. Y las jóvenes compañías que impulsan el movimiento, aprovechan la oportunidad antes de que las grandes se monten al carro, como están haciendo una tras otra.
Tegile, que acogió al grupo de periodistas por segunda vez no es propiamente una startup: fue creada hace cinco años por un grupo de veteranos del sector e inversores de capital riesgo. Desde el comienzo ha contado con el apoyo activo de SanDisk y de HGST (filial de almacenamiento de Hitachi). Emplea 360 empleados (empleaba, porque en febrero anunció un recorte de su plantilla en Reino Unido y Holanda). Ha ido ganando reputación, pero no parece que esté en el ánimo de sus inversores, y menos en la actual coyuntura, una salida a bolsa, de modo que la conversación gira en torno a cómo crecer con autonomía.
Rohit Kshetrapal, cofundador y CEO de la compañía, relató a los visitantes que en 2012 Tegile empezó a vender equipos híbridos, para luego decantarse por ´todo flash`. En 2014, presentó su familia IntelliFlash, decisión a la atribuye el 350% de crecimiento en unidades despachadas en 2015 (aunque sin precisar el número). «Flash se ha convertido en una alternativa económico, que en nuestro caso baja hasta los 50 centavos por gigabyte, con una ratio de reducción de datos de 3:1″.
Kshetrapal define su compañía como «la más inteligente del mundo en almacenamiento flash«, con una plataforma única y un mismo sistema operativo que puede funcionar con cualquier carga de trabajo. Rajesh Nair, CTO de la compañía, apostilló que la plataforma es capaz de soportar desde servidores con centenares de gigabytes hasta centros de datos con millones de petabytes, sean híbridos (magnéticos y flash) o puramente flash. Y, recalcó Nair, «con la misma experiencia de usuario». El software para hacer funcionar el conjunto no tiene coste, porque va integrado en la plataforma que se adquiere con el hardware.
Un argumento clave del encuentro fue este: al almacenar los datos en los servidores basados en memorias flash de Tegile, se obtiene un notable ahorro de espacio y, consecuentemente, de energía para hacer funcionar y refrigerar las máquinas. Si con un sistema de almacenamiento tradicional se necesitan tres racks con 42 unidades, a uno de Tegile le basta con tres racks de dos unidades. El mes pasado, la empresa anunció su modelo más reciente, que promete 10 petabytes en un solo rack: incorpora flash denso para aumentar la capacidad, y lo combina con una capa de alto rendimiento. No es para cualquier empresa, pero Tegile lo recomienda para aquellas que necesiten cubrir los dos requerimientos.
El modelo de negocio de Tegile es flexible: el cliente puede comprar sus cabinas o pagar una mensualidad medida en función de gigabytes accediendo a la plataforma basada en la nube.
La segunda compañía, Mangstor, no es californiana, sino que tiene su sede en Austin (Texas). Pero su CEO, Trevor Smith, y el CTO Paul Prince, se desplazaron hasta Sunnyvale para una sesión con la decena de periodistas europeos. Mansgstor es más joven que Tegile, y su plantilla no llega a 50 personas, aunque también presume de presencia internacional a través de partners y aliados. Prince se declaró convencido de que flash marcará el tono del mercado de almacenamiento en los próximos cinco años.
El nombre de la compañía tiene una historia pintoresca. En principio, iba a llamarse Mango, pero el registro les hizo ver la posibilidad de enfrentarse a un litigio con la marca española de moda informal, por lo que los fundadores se ahorraron un posible disgusto al optar por las cuatro primeras letras y añadiendo el sufijo Stor. Y de ahí el nombre Mangstor, no precisamente bonito.
Prince destacó la simplicidad y facilidad de uso de flash con NVMe así como la velocidad y baja latencia comparadas con los sistemas SAN asociados a discos duros o a otras memorias flash. «Nuestros equipos se pueden conectar directamente con el servidor vía un bus PCIe y aprovechar así la ventaja de su proximidad a las aplicaciones.
No es Mangstor la primera en lanzarse a explotar la debilidad de SAN: antes lo hizo SolidFire, recientemente adquirida por NetApp. Así articuló Prince su discurso sobre la competencia: «SAS (y NAS) fueron concebidos para centralizar el almacenamiento de varios servidores, pero pese a los sucesivos esfuerzos, su rendimiento sigue siendo insuficiente, así que lo mejor es cambiar». En otro tramo de su charla, explicó que el precio de las memorias flash «ha bajado más que el de la gasolina» mientras, en paralelo, subía su capacidad. Lo que limitaba al principio la generalización de NVMe era. así de simple, los buses SATA y SAS, cuyo techo de rendimiento está próximo.
El caso de FlashGrid, tercera y última de este capítulo, es singular porque ha escogido competir en un nicho que no es precisamente estrecho pero, puede decirse, está ocupado y bien custodiado. Su objetivo es mejorar los rendimientos de las bases de datos de NVMe.
FlashGrid fue creada en 2015 por un grupo con mucho curriculo en la mochila: Veritas, Intel, EMC, VMware, Hitachi e IBM. El CEO, Alex Miroshnichenko, explicó al grupo de prensa: «nuestra meta es poner software abierto a disposición de los clientes de bases de datos Oracle» ¿Por qué invertir en Exadata – preguntó retóricamente – cuando se puede descargar el software de FlashGrid sobre una máquina convencional sin ataduras con el fabricante?»
La joven empresa propone, pues, una rebelión económica frente a la estrategia de almacenamiento de Oracle. Es una solución de nicho, pero un nicho amplio, en el que Miroshnichenko y su equipo confían en ganar terreno ofreciendo «un rendimiento asombroso a un coste reducido». La idea es simple, a priori: el software de FlashGrid se despliega en servidores estándar (HPE, Dell y Supermicro son las marcas homologadas) como complemento de la base de datos. La condición es que esos servidores funcionen bajo Unix, ya sea de Oracle o de Red Hat.
[informe de Lluís Alonso]