El último procedimiento pendiente contra Intel por infracción a las normas de competencia se ha cerrado por medio de un acuerdo con la FTC (Federal Trade Commission) por el que, sin reconocer formalmente los hechos, la empresa acepta una serie de restricciones a aquellas prácticas de marketing que el regulador considera coercitivas, y por las cuales varios fabricantes de PC compraron chips de Intel en lugar de los ofrecidos por sus rivales. Es altamente improbable que este desenlace llegue a alterar su dominio sobre el mercado, pero al menos deja despejada la cancha para sus competidores: AMD, Nvidia y la taiwanesa VIA serán los principales beneficiarios del compromiso.
Por estas acusaciones, que siempre ha rechazado, Intel ha tenido que desembolsar en los últimos años unos 3.000 millones de dólares en distintas jurisdicciones; en noviembre, accedió a pagar a AMD – su más tenar denunciante – una indemnización de 1.250 millones de dólares. Por separado, pero en relación con las mismas actuaciones, Dell llegó a un arreglo con la SEC (Securities and Exchange Commission) para liquidar con 100 millones de dólares una demanda sobre pagos irregulares recibidos de Intel.
La FTC no tiene la facultad de imponer multas en primera instancia, pero podría hacerlo en caso de incumplimiento del acuerdo. Una de las cláusulas estipula que Intel pagará los honorarios de un equipo consultor encargado de supervisar su cumplimiento. Lo sustantivo, sin embargo, son las restricciones que impone. La primera le obliga a modificar los acuerdos de licencia firmados con las tres compañías citadas, para que estas no pierdan sus derechos en caso de fusión o adquisición por terceros (aspecto que a punto estuvo de frustrar en 2009 la segregación de las fábricas de AMD).
En segundo lugar, deberá extender la vigencia de su licencia a favor de VIA por otros cinco años tras su expiración en 2013. Es improbable que el fabricante taiwanés saque ventaja, porque su tecnología está al menos dos generaciones rezagada con respecto a las de Intel y AMD. No obstante, se han reactivado los rumores sobre una eventual fusión (ahora posible en virtud de lo anterior) con Nvidia, empresa californiana fundada por ingenieros nativos de Taiwan. La clave de la complementariedad puede estar en la tercera cláusula, por la que Intel deberá mantener vivo un interfaz que permita a Nvidia producir procesadores gráficos (GPU) compatibles con los sistemas basados en la arquitectura X86, aun cuando los nuevos chips de Intel ya integran CPU y GPU.
La bendición de una agencia federal da al acuerdo una solemnidad que Intel ha de tomarse muy en serio. Al anunciarlo, el presidente de la FTC empezó definiendo a la empresa como “una de las grandes historias de éxito americanas”, pero a continuación la acusó de “trucar la innovación, limitar la elección de los consumidores, disminuir la calidad y mantener los precios más altos de lo que deberían estar”. Apabullante.