Telefónica y Portugal Telecom han accedido a vender, con apreciables plusvalías, el 64,4% que poseían en común del operador marroquí Medi Télécom (Meditel), a un consorcio de inversores articulado por el banquero local Othman Benjelloum, hombre afín a los negocios de la familia real. La transacción, que fue anunciada por Julio Linares, consejero delegado de la multinacional española, forma parte de un movimiento más largo: dejar paso a la entrada en el capital de Meditel de un operador del Golfo. El grupo Benjelloum controla el 18% de Meditel, a través de la aseguradora Watanya (13%) y de otro de sus instrumentos de inversión, Finance.com (5%).
Othman Benjelloum
El resto del capital de Meditel, hasta cubrir el 35,6%, está en manos de la entidad pública Caisse de Depôts et de Gestion (CDG), que en la práctica está muy unida a los negocios de Benjelloum. Como casi todos los negocios importantes en el país, la operación no se hubiera podido hacer sin el consentimiento de palacio.
En mayo, PT tomó la iniciativa de vender – a la que luego se adhirió el socio español – tras recibir sugerencias del deseo real de “arabizar” la compañía marroquí. Para satisfacer tal deseo, la meta final de la transacción, suenan tres candidatos: Oger, operador egipcio controlado por capital saudí, el qatarí Qtel y Etisalat, compañía telefónica de los Emiratos Árabes Unidos. Al cabo del proceso, que ya está en marcha, uno de ellos pasará a ejercer el control efectivo de la empresa.
Las partes han acordado un precio de 800 millones de euros por el 64,4%, cifra en la que al parecer se incluyen los saldos pendientes por préstamos y servicios prestados a Meditel por los socios ibéricos. Desde la empresa portuguesa se ha revelado que la operación le dejará una bonita plusvalía de 270 millones de euros; si bien Telefónica se ha reservado la información, sus números no deberían estar muy alejados. Según explicitó su consejero delegado, Julio Linares, “consideramos que es el momento oportuno para cristalizar el valor creado durante los años de permanencia en Marruecos”.
Meditel es un producto de la corriente liberalizadora que cruzó el Estrecho: nació como segundo operador de telefonía móvil, con la misión de competir con la estatal Maroc Télécom, al tiempo que en esta se acogía como accionista al grupo francés Vivendi. Desde entonces, las circunstancias han cambiado, y el gobierno de Rabat rompió el duopolio de la telefonía móvil autorizando un tercer operador, Wana; los tres compiten tanto en telefonía fija como en móvil y en Internet. Se puede suponer que a esto aludía Linares al sugerir que la oportunidad de retirarse con ganancias podría no repetirse.
En realidad, las cuentas de Meditel parecen flaquear últimamente: con 8,6 millones de clientes, sus ingresos cayeron un 0,7%, hasta 2.440 millones de dírham (216 millones de euros) en el primer semestre, y el EBITDA declinó 6,5%. Esto hace que parezca muy atractivo el precio de venta, equivalente a 8,4 veces el EBITDA de Meditel.
Se cierra así un capítulo hasta cierto punto anómalo de las aventuras internacionales de los operadores español y portugués, cuyos intereses exteriores miran a otros horizontes: América Latina y Europa en el caso de Telefónica, Brasil y Angola en el de Portugal Telecom. El operador brasileño Vivo es ahora el último vínculo entre ambos – y muy rentable, por cierto – si bien Telefónica ha manifestado muchas veces que no renuncia a adquirir la participación de PT, a lo que este ha hecho oídos sordos otras tantas veces.
Telefónica y Portugal Telecom han accedido a vender, con apreciables plusvalías, el 64,4% que poseían en común del operador marroquí Medi Télécom (Meditel), a un consorcio de inversores articulado por el banquero local Othman Benjelloum, hombre afín a los negocios de la familia real. La transacción, que fue anunciada por Julio Linares, consejero delegado de la multinacional española, forma parte de un movimiento más largo: dejar paso a la entrada en el capital de Meditel de un operador del Golfo. El grupo Benjelloum controla el 18% de Meditel, a través de la aseguradora Watanya (13%) y de otro de sus instrumentos de inversión, Finance.com (5%).
El resto del capital de Meditel, hasta cubrir el 35,6%, está en manos de la entidad pública Caisse de Depôts et de Gestion (CDG), que en la práctica está muy unida a los negocios de Benjelloum. Como casi todos los negocios importantes en el país, la operación no se hubiera podido hacer sin el consentimiento de palacio.
En mayo, PT tomó la iniciativa de vender – a la que luego se adhirió el socio español – tras recibir sugerencias del deseo real de “arabizar” la compañía marroquí. Para satisfacer tal deseo, la meta final de la transacción, suenan tres candidatos: Oger, operador egipcio controlado por capital saudí, el qatarí Qtel y Etisalat, compañía telefónica de los Emiratos Árabes Unidos. Al cabo del proceso, que ya está en marcha, uno de ellos pasará a ejercer el control efectivo de la empresa.
Las partes han acordado un precio de 800 millones de euros por el 64,4%, cifra en la que al parecer se incluyen los saldos pendientes por préstamos y servicios prestados a Meditel por los socios ibéricos. Desde la empresa portuguesa se ha revelado que la operación le dejará una bonita plusvalía de 270 millones de euros; si bien Telefónica se ha reservado la información, sus números no deberían estar muy alejados. Según explicitó su consejero delegado, Julio Linares, “consideramos que es el momento oportuno para cristalizar el valor creado durante los años de permanencia en Marruecos”.
Meditel es un producto de la corriente liberalizadora que cruzó el Estrecho: nació como segundo operador de telefonía móvil, con la misión de competir con la estatal Maroc Télécom, al tiempo que en esta se acogía como accionista al grupo francés Vivendi. Desde entonces, las circunstancias han cambiado, y el gobierno de Rabat rompió el duopolio de la telefonía móvil autorizando un tercer operador, Wana; los tres compiten tanto en telefonía fija como en móvil y en Internet. Se puede suponer que a esto aludía Linares al sugerir que la oportunidad de retirarse con ganancias podría no repetirse.
En realidad, las cuentas de Meditel parecen flaquear últimamente: con 8,6 millones de clientes, sus ingresos cayeron un 0,7%, hasta 2.440 millones de dírham (216 millones de euros) en el primer semestre, y el EBITDA declinó 6,5%. Esto hace que parezca muy atractivo el precio de venta, equivalente a 8,4 veces el EBITDA de Meditel.
Se cierra así un capítulo hasta cierto punto anómalo de las aventuras internacionales de los operadores español y portugués, cuyos intereses exteriores miran a otros horizontes: América Latina y Europa en el caso de Telefónica, Brasil y Angola en el de Portugal Telecom. El operador brasileño Vivo es ahora el último vínculo entre ambos – y muy rentable, por cierto – si bien Telefónica ha manifestado muchas veces que no renuncia a adquirir la participación de PT, a lo que este ha hecho oídos sordos otras tantas veces.