En poco más de un año, Samsung se ha aupado al puesto número dos del mercado mundial de móviles, con un 21,8% en el primer trimestre. No obstante, la marca coreana es una potencia de segunda en los smartphone, que son precisamente los que más crecen…y crecerán. Para resolver esta debilidad, se ha encomendado al presidente de su división de móviles, J.K. Sin, la ejecución de un plan de conquista de este segmento crucial. El modelo Galaxy S, que el viernes presentó en Madrid con el apoyo de Movistar, que lo comercializará en exclusiva, es la primera pieza de esa estrategia, pero esta no pasaría de ser una táctica más, si no hubiera otras.
“Es el producto estrella de 2010 para Samsung Mobile”, proclamó Celestino García, director de la división Telecom de Samsung Electronics Iberia. El comunicado conjunto va más allá: “es el lanzamiento más importante de ambas compañías este año”, lo que es llamativo por parte de Movistar, que tiene en agenda otros (¿acaso menos importantes?) a partir de septiembre.
Galaxy S es un terminal Android, con la versión 2.1 del sistema operativo, susceptible de actualización a la 2.2., ya anunciada pero todavía no disponible en ningún smartphone. Esta filiación implica que el usuario tiene acceso directo a todos los servicios móviles de Google (search, mail, maps, navigation, e incluso a la novedosa búsqueda activada por voz). Y también a la tienda de aplicaciones Android Market. Layar es una aplicación de realidad aumentada basada en GPS, con contenido exclusivo para Samsung de TeleAtlas. Interesante, así como la integración inalámbrica AllShare con otros dispositivos domésticos.
Pero la característica que más destaca el fabricante es la pantalla de 4 pulgadas con tecnología AMOLED (active-matrix organic light-emiting diode), sigla a la que se ha añadido el adjetivo Super (20% más brillo, 80% menos de reflejos, según la hoja de especificaciones). El procesador de 1 GHz – Hummingbird, que triplica la capacidad gráfica del Snapdragon – ha sido fabricado por Samsung con arquitectura ARM, y permite la ejecución de varias aplicaciones simultáneas. Entre otras credenciales, incluye una sensible mejora en la vida de la batería: 576 horas en standby, contra las 300 que promete el iPhone 4.
Pues bien, a propósito del nuevo iPhone: parece ser una palabra tabú en el discurso de Samsung, pero su sombra es ostensible en su estrategia. El Galaxy S (i9000) se inscribe en una familia que debutó el año pasado con los efímeros modelos Galaxy y Galaxy Spica y que, por lo que pudo verse en la reciente edición de CommunicAsia, en Singapur, tendrá otros seis parientes en la segunda mitad del año, todos con Android 2.1. La novedad más intrigante, a priori, sería el presunto Galaxy Q, destinado al usuario profesional. También antes de finales de año se ha prometido un tablet que, a fuer de parentescos, se llamaría Galaxy Tab.
Días atrás, en una entrevista con el Wall Street Journal, J.K. Shin admitía que los planes comerciales del Wave, otra apuesta del año, llevan retraso. Sólo este mes se ha lanzado en Reino Unido a través de Vodafone, y los problemas están relacionados con el sistema operativo bada, una variante de Linux desarrollada por Samsung y para Samsung. A diferencia de los Galaxy, que pueden contar con Android Market, esta nueva serie dependerá de los desarrolladores de aplicaciones a quienes Samsung consiga seducir con un concurso dotado con 2,7 millones de dólares.
Como resultado de la estrategia, la compañía coreana espera despachar este año un total de 270 millones de móviles (43 millones más que en 2009), lo que le permitiría acortar distancias con Nokia en el ranking mundial. Lo relevante es la intención de elevar su participación en el segmento de smartphones: J.K. Shin ha elevado su previsión inicial de 18 a 20 millones en esta categoría, lo que sería tanto como un 7,7% del mercado mundial previsto.