Dos de los casi nueve millones de iPhones despachados por Apple durante el primer trimestre fueron vendidos en China – sin contar el mercado negro – y esta inesperada cifra deja mal parados a los analistas que, sin excepción, se quedaron cortos en hasta un 30% en sus previsiones. Inesperada porque, hasta ahora, todos daban crédito a las informaciones acerca de la flojedad de las ventas a través del operador China Unicom, que tiene la exclusiva en el país desde su lanzamiento de octubre. Ahora se sabe que ha ocurrido todo lo contrario: entre enero y marzo las ventas se han disparado, y esto tiene consecuencias dignas de análisis.
Tim Cook, mano derecha de Steve Jobs, reveló el martes que las ventas en lo que Apple llama “Gran China” (denominación que abarca HongKong y Taiwan) se han multiplicado por nueve, gracias a un total de 800 puntos de distribución. Pero dijo más, en respuesta al analista Ben Reitzes: “durante los seis primeros meses de nuestro año fiscal, los ingresos en esa geografía fueron de 1.300 millones de dólares, un incremento del 200%”. Grosso modo, si se dividen 1.300 millones por el precio medio (622 dólares, según Apple), daría unos 2,1 millones de unidades.
Dos millones, en un país con un parque de 500 millones de usuarios de móviles, pueden parecer pocos, pero según calcula Morgan Stanley, el “mercado direccionable” para el iPhone – individuos con más de 20.000 dólares de ingresos anuales y una factura media de 22 dólares por mes – sería de 50 millones. Si el cálculo está bien hecho, a saber, Apple se habría apoderado de un 4% del mercado potencial en seis meses. Para acelerar ese ritmo, nada mejor que extender la red de puntos de venta: este año está prevista la apertura de 24 tiendas Apple Store en ciudades chinas.
El desembarco del iPhone en China (en su acepción continental) ha sido lento y complicado. Las conversaciones iniciales con China Mobile se rompieron, aparentemente por dos razones: desacuerdo acerca del reparto de los ingresos que se conocen por la sigla WVAS (wireless value-added service revenues), y conflicto entre las tiendas online de Apple y las de China Mobile. Fue entonces cuando entró en escena China Unicom, segundo operador del país (participado por Telefónica), que se adjudicó la distribución a cambio de concesiones recíprocas. La principal: el iPhone oficial chino no lleva chipset WiFi, ausencia de interés común para combatir el mercado negro, que se estima en otro millón de unidades [sería interesante saber a qué país atribuye Apple esa cuantía: ¿tal vez otro componente de la Gran China?].
Entretanto, China Mobile ha apostado por Android, en una variante propia que denomina OPhone, tras la que se han alineado Lenovo y otros fabricantes. Al parecer, los puentes con Apple siguen abiertos, por si esta decidiera abandonar la política de exclusividad, como ha hecho en otros países: la base de clientes del primer operador chino es enorme, y los economistas calculan que en el país hay unos 290 millones de hogares que pueden clasificarse como de clase media y que, con una estrategia de precios menos rígida, podrían dejarse seducir por un iPhone shanzai (auténtico).