Dos veces. Palm ha sido dos veces víctima de Apple. La primera, cuando la aparición del primer iPhone cortó la carrera del Treo, un smartphone estimable pero aislado; la segunda, cuando el innovador Prè, supuestamente un killer, fue derrotado por el nuevo iPhone 3GS. Hace ahora un año, las acciones de Palm cotizaban a 3,65 dólares, pero la buena acogida que mereció el Pré valió para sextuplicar su precio en los meses siguientes. Hasta que, esta semana y tras conocerse los resultados trimestrales, volvieron a derrumbarse a menos de 4 dólares. Palm ha quedado así abocada a dos desenlaces previsibles y no excluyentes: declararse insolvente o encontrar un comprador.
Uno de los rasgos más atractivos del Pré es su sistema operativo WebOS, que no es una adaptación de otro sino que ha sido diseñado desde cero pensando en la navegación por Internet, sin servidumbres a otras plataformas rivales. Se daba por supuesto que sería una ventaja para captar la atención de los desarrolladores, pero no ha sido así: hasta la fecha, hay un millar de aplicaciones disponibles, que son muchas para el común de los usuarios, pero parecen pocas al lado del inabarcable catálogo de la App Store del iPhone o del más manejable de Android Market. Sería injusto decir que WebOS es culpable de la irrelevancia de Palm, pero un estudio reciente de Gartner (ver gráfico al pie de página) le pronosticaba apenas el 2,1% del mercado en 2012, demasiado poco para renovar la confianza de los inversores.
Palm, con una historia atormentada, debe su supervivencia a un fondo de inversión, Elevation Partners, que apostó en 2008 por la capacidad de innovación de esta empresa con la intención de competir con el iPhone; para dirigir esa batalla contrató a Jon Rubinstein, ex directivo de Apple cuyas credenciales incluyen el haber encabezado el equipo que concibió el iPod. Se puede discutir (y se discute) sobre las cualidades del hardware del Pré, pero todo son elogios cuando se habla del software. El mercado de los smartphones vive tiempos de fragmentación, y en este contexto parece natural que el último de la fila pague las consecuencias.
Según la información económica publicada el viernes 18, durante el último trimestre Palm despachó 960.000 unidades de sus dos modelos, Pré y Pixi, de las que sólo 408.000 fueron ventas efectivas o sell-through. Si la cantidad no vendida se suma a las del comienzo de trimestre, el inventario sería de 1,15 millones de móviles que, en la mejor de las hipótesis equivaldrían a la mitad de las ventas de un año; por consiguiente, la empresa ha cancelado las órdenes de fabricación pendientes.
El informe de Palm revela algo aún más grave: en su tesorería sólo quedan 580 millones de dólares, y no parece factible acudir por tercera vez a su accionista de control, como ya hiciera el año pasado al quedarse sin blanca. Algunos analistas opinan que, en estas circunstancias, el valor bursátil de Palm debería estar más cerca de cero que de su cotización actual; si esta se mantiene viva es gracias al oxígeno que le dan los rumores sobre una inminente oferta de compra de la empresa. Los candidatos más citados son Dell – que lleva años dando vueltas a la idea de añadir smartphones a su catálogo – y HP, competidor muy débil en este mercado: su familia iPaq – herencia de la compra de Compaq – sólo ha aportado ingresos por 25 millones de dólares en el último trimestre, menos de la mitad que hace un año, que ya eran marginales.
¿Cuáles son los activos que pudieran interesar a estos u otros candidatos a comprar Palm? La marca, el sistema operativo, el equipo humano, juntos o por separado. ¿Y cuánto valen? A precio de mercado de ayer, 680 millones de dólares.