10/03/2010

Apple vs. HTC, aviso para navegantes (1)

Dicho sea con claridad: la demanda que la semana pasada ha presentado Apple contra HTC por (presunta) violación de 20 patentes de su propiedad, es un subterfugio. Aun cuando le asistiera la razón, que tocará a la justicia decidirlo, la parte demandante habría enmascarado el verdadero destinatario de su reproche, que no es otro que Google, un enemigo poderoso. Entretanto, a la empresa taiwanesa le toca desempeñar el papel de víctima fácil, aunque sólo fuera por el hecho de que facturó en un año la quinta parte de lo que Apple ingresó en el último trimestre, lo que la hace vulnerable ante un ataque jurídico que ya está teniendo consecuencias bursátiles.

PeterChou

El analista Yair Reiner ha contado en un informe de Oppenheimer & Co., que desde enero los abogados de Apple han mantenido conversaciones con los de varios fabricantes para advertirles del “disgusto [de su cliente] al ver su propiedad intelectual incorporada en los productos de la competencia”. Según las fuentes de Reiner, las advertencias lograron que los equipos de desarrollo de los fabricantes revisaran sus planes inmediatos y comenzaran a elaborar estrategias de defensa así como eventuales contraofensivas. No es exagerado, entonces, interpretar la demanda contra HTC como un aviso para navegantes. En palabras de Reiner, Apple ha creado una mancha de aceite en la que nadie quiere resbalar.

La demanda merece una lectura . En ella, Apple enumera 20 patentes que habrían sido violadas por HTC, pero en esta fase del procedimiento no está obligada a demostrar la infracción. Por momentos, uno podría pensar que casi cualquier smartphone del mercado es una invención de Apple. La mayoría de esas patentes son recientes, y no han pasado por el análisis de quienes asesoran a los jueces, de modo que no hay opinión formada al respecto.

Pero Steve Jobs ha puesto en el punto de mira a HTC por un buen motivo: esta empresa ha cooperado desde el primer momento con Google en el desarrollo de Android, y suyos fueron tanto el prototipo como los tres primeros modelos que vieron la luz. Luego, después de trabajar juntos en nuevas versiones del sistema operativo, se le encomendó la fabricación del Nexus One, el primero que Google vende bajo su propia marca. Poco importa que haya sido hasta ahora un fracaso comercial: según la consultora Canalys, el conjunto de los móviles Android acumulará en 2012 una cuota de mercado del 14% (2,8% en 2009) de los smartphones, mientras que Apple se mantendrá clavada en su 13,7% actual. Ambos adelantarán a BlackBerry y Windows, pero entonces hay que preguntarse: ¿por qué no atacar directamente a Google en lugar de HTC?

En principio, porque Apple espera obtener lo que pretende sin que sus abogados se atraganten con un bocado grande. Sin ir más lejos, habría otros objetivos posibles: Motorola o Samsung, u otras marcas que se han sumado a la onda de Android; en realidad, desde el 2007, ningún fabricante ha resistido la tentación de replicar la interfaz de usuario y la pantalla del iPhone. Por fuera, este es inconfundible pero envejece, mientras sus competidores insisten en parecerse. Ya en 2010 han empezado a aparecer los primeros modelos que no van a remolque; algunos, entre ellos el Desire, que Peter Chou, consejero delegado de HTC, mostró el mes pasado en el Mobile World Congress, presentan atisbos de prestaciones superiores. Se abre aquí otra interpretación posible: para junio está prevista la salida de un nuevo iPhone, y no parece mala táctica meter miedo a la competencia. Cuando el proceso concluya – si es que no se interrumpe antes – ya no será de actualidad. De momento, tal vez haya conseguido congelar durante meses los lanzamientos de algunos competidores.  

Estrictamente, como en otras tecnologías, la innovación es fundamentalmente incremental; sería casi imposible para un fabricante desarrollar un producto nuevo sin pisar, o traspasar, la línea fronteriza de otro de la competencia. Por eso, ahora se aprecia el verdadero alcance de la denuncia de Nokia contra Apple, en octubre, y de la contradenuncia de Apple dos meses después. Según la compañía finlandesa, el iPhone infringe siete patentes de su propiedad, a lo que Apple responde con la misma acusación sobre diez, algunas de las cuales son coincidentes, para mayor perplejidad de los legos en la materia. Si se atiende a la experiencia, en el mejor de los casos los tribunales no llegarían a una conclusión antes de finales de 2011, por lo que la hipótesis de un acuerdo extrajudicial – como el alcanzado entre Nokia y Qualcomm en casos parecidos – sería la salida más probable.

Las empresas de tecnología acumulan carteras de patentes, que suelen ser redundantes o incluso inútiles, con el fin de construir un patrimonio intangible que tiene varios usos potenciales. El primero y más corriente es el cobro de royalties por licencias, que puede ser una tajada no despreciable; o puede que sirvan como moneda de cambio para negociar con un competidor, que a su vez pondrá sobre la mesa sus patentes con vistas a un intercambio pactado. Por último, se puede llevar a los tribunales y mantener entretenido a un rival durante algún tiempo. La justicia es demasiado lenta, con más motivo en estos asuntos de los no entiende, con lo que normalmente los jueces acaban propiciando arreglos extrajudiciales en los que se contemplan las dos fórmulas anteriores: pago y/o intercambio. (Continuará).


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