Se anuncia la inminente salida a bolsa de Workday. Es una empresa de la que por aquí apenas sabemos nada, pero que reúne unos cuantos rasgos dignos de comentario. Ante todo, retoma el flujo de OPV de empresas tecnológicas, que se había aquietado tras el fiasco de Facebook; al mismo tiempo, evidencia un viraje de los inversores, que escarmentados (aparentemente) con las redes sociales y otros inventos dirigidas al consumidor, empiezan a inclinarse (aparentemente) por tecnologías de más enjundia: networking, almacenamiento, analytics y una nueva hornada de software empresarial con la nube como referencia. Es el caso de Workday, especializada en software para la gestión de recursos humanos al que se accede en modo cloud. Entre sus clientes más conocidos están Google, HP y Yahoo, que no son malas credenciales.
Fundada en 2005, Workday ha facturado 120 millones de dólares en el primer semestre de este año, arrojando pérdidas de 47 millones, cifras estas que se antojan insuficientes para la valoración de3.600 millones que pretenden sus fundadores. Pero el mercado de HR cloud vive una fase de entusiasmo, como muestran las adquisiciones recientes de Success Factors por SAP y de Taleo por Oracle. Salesforce colabora con Workday y de buena gana la compraría, si no fuera porque el fundador de esta, Dave Duffield, tiene otra idea metida en la cabeza: vengarse de Larry Ellison.
Duffield es un tipo singular. No fue hippy como Jobs, ni estudiante rebotado como Zuckerberg: empezó como ingeniero de software en IBM, algo que imprime carácter. No responde en absoluto al perfil de esos reportajes que ensalzan a los emprendedores jóvenes como modelo, puesto que tiene 72 años de edad, y ha fundado cuatro empresas. La más conocida, PeopleSoft, la fundó en 1987 y se vio forzado a venderla a Oracle en 2004, tras una batalla de 18 meses durante la cual trató de convencer a sus accionistas de que resistieran una oferta hostil que se elevó hasta 10.300 millones de dólares. Como suele hacer, Ellison consiguió lo que quería, y aquella transacción fue uno de los aceleradores de una carrera de adquisiciones que no se sabe cuándo amainará. Cuentan que Duffield destinó 10 millones de su bolsillo a ayudar a empleados de PeopleSoft despedidos por Oracle. Pues eso, un tipo singular.
No parece nada sencillo que Duffield pueda colocar Workday en una posición equivalente a la que en su día tuvo PeopleSoft. El mercado ha girado hacia la nube y hay demasiada competencia en un segmento dominado por compañías muy poderosas. Aunque así sea, a mí personalmente me despierta simpatía este empeño a su edad (¿se nota que empiezo a estar harto de tanto culto al éxito veinteañero?).