Para una empresa tan poco dada a la autocrítica pública, es un encomiable cambio de actitud que Tami Reller, responsable de finanzas y marketing de la división Windows, ha salido a dar la cara en los medios para admitir que Windows 8 no está recibiendo de los usuarios la acogida que la compañía esperaba. Ella lo ha dicho así: «la curva de aprendizaje es un problema real que necesita ser atendido». Una manera de decir que Microsoft se ha equivocado al forzar la adopción brusca de un interfaz táctil – el llamado Metro – sin dejar a los usuarios la opción del escritorio convencional. Para nuevos compradores habituados a las tabletas, tal vez no sea importante, pero se ha revelado como una barrera para seducir a quienes han adquirido un hábito de interacción durante dos décadas.
La solución está en marcha, y forma parte del proyecto que internamente llaman Blue: al filo del verano – cuanto antes mejor – se conocerán los detalles de una actualización que, comercialmente, llevará el nombre de Windows 8.1. Entre otras cosas, restablecerá el botón de Inicio, y el escritorio ya no será una opción secundaria. Según ha reconocido Reller, «empezamos por tratar el escritorio como una aplicación, antes de descubrir que para los compradores de PC, el escritorio es realmente algo importante».
Este era el momento de empezar a soltar lastre, porque en junio el tema podría convertirse en un bumerán. Para ese mes están convocadas la feria Computex, de Taiwan (cada año más importante) dos conferencias de Microsoft: TechEd y Build (la segunda es crucial para asegurarse la confianza de los desarrolladores).
Puede uno puede preguntarse por qué se equivocó Microsoft, y en qué momento comprendió su error. Arriesgaré una hipótesis sobre lo primero. Cuando Apple lanzó el iPhone, y luego el iPad, introdujo un cambio drástico que, sorprendentemente, fue aceptado por los usuarios con gran rapidez, pero fue despreciado por Microsoft. Reaccionaría bien con el tiempo, desarrollando el original interfaz de Windows Phone, el único que no trata de parecerse al de Apple, pero ya era tarde para remontar la cuesta. Intuyo que esta vez, alguien en la cúpula de la compañía decidió pisar el acelerador a fondo y actuar con Windows 8 como hiciera Apple en el iPhone (pero no en el Mac). Es sólo una conjetura, claro.