Finalmente, Google ha ganado la batalla judicial que le ha enfrentado a Oracle durante seis años. A menos que Larry Ellison decida que merece prolongar la guerra recurriendo la sentencia, así habría terminado el litigio sobre la propiedad intelectual de Java. No ha tenido los altibajos teatrales del que libraron Apple y Samsung, pero no le ha faltado dramaturgia, entre otras razones por la personalidad de los testigos convocados por las partes. Y también por el elevado monto de la indeminización reclamada por Oracle: 9.000 millones de dólares.
La causa original, iniciada en 2010, se cerró en falso con un veredicto de 2012, cuando el jurado votó que Google había infringido los derechos de Oracle al incorporar en Android una parte de «la estructura, secuencia y organización» de 37 APIs de Java. Pero dejó inconclusa la cuestión crucial: ¿la infracción tenía una motivación legítima, no condenable? El juez enmendó la plana al jurado dictaminando que las APIs no pueden ampararse en la ley de copyright. Un tribunal superior opinó lo contrario y ordenó reabrir el procedimiento sobre la base de que las APIs de Java pueden ser registradas como propiedad intelectual, pero en este caso el jurado debería decidir si Google ha hecho un fair use por razones justificadas.
Así replanteada la cuestión, el veredicto debería sentar un precedente para miles de desarrolladores de software. Según un estudio publicado por Harvard Business Review, en Internet están disponibles más de 12.000 APIs [conjunto de rutinas que permiten construir una aplicación] para que los desarrolladores pueden utilizarlas, lo que permite imaginar que hay un mercado. El texto cita, entre otros, los casos de Salesforce y eBay, que ´monetizan` sus APIs ingresando cantidades importantes. No es el caso de Google, que presume de la gratuidad de su sistema operativo.
En su desarrollo de Android, Google usó su propia máquina virtual de Java (JVM) en lugar de licenciar la plataforma de Sun. Pero Oracla alega que para ello se apoderó ilegalmente de 11.500 líneas de código – las famosas 37 APIs – por lo que reclama se la condene a indemnizarla, en su condición de continuadora de Sun, y a firmar un acuerdo de licencia para continuar utilizándolas. De haber prevalecido esa tesis, Google habría tenido que modificar el modo en que se desarrollan las aplicaciones para Android, o pasar por el aro.
En realidad, el litigio ya no tiene valor actual. En su momento, Google se basó en la versión SE de Java, para desktop, no en la versión para móviles. Luego, cuando el conflicto alcanzó su apogeo, para evitarse el impacto de una sentencia desfavorable, a partir de las versiones más recientes cambió su implementación de Java (Dalvik) por otra llamada Android Runtime. Recientemente, anunció que reemplazará su librería de implementación de Java por la alternativa openJDK. Aunque esta – advierten quienes saben del asunto – pese a ser open source, está regulada por una hoja de ruta a voluntad de Oracle. Esas mismas fuentes interpretan [yo sólo transcribo] que a partir de Android N, Google estaría dispuesta a sacrificar parte del control sobre su sistema operativo.
El argumento central de la defensa consistió en sostener que el uso por Google de esas APIs de Java fue «transformativo, en ningún caso una copia». El jurado estimó que Android es «el resultado creativo de una transformación iniciada a partir de Java».
¿Asunto cerrado? Permita el lector que me extienda un poco más sobre lo dicho por algunos testigos de relevancia. Abrió plaza Eric Schmidt, con una singularidad: fue directivo de Sun hasta 1997 y en 2001 fue fichado por los fundadores de Google para ser el primer CEO de la compañía [ahora es chairman de Alphabet]. Según su testimonio, mientras él estuvo en Sun, nunca se planteó la posibilidad de que Google pagara una licencia por las tecnologías de Java. Comoquiera que por aquellos años Android no existía, el abogado de Oracle intentó acorralar a Schmidt para que dijera si era consciente de que Google ha hecho uso ilegal de la propiedad intelectual de la compañía para la que trabajó 14 años. Schmidt salió airoso del interrogatorio: en su recuerdo, siempre pensó que Google no tendría necesidad de licenciar Java mientras no usara código implementado por Sun.
El equipo jurídico de Oracle no obtuvo mejor resultado con Andy Rubin, que fundó Android en 2003 y la vendió a Google dos años más tarde. Se le presionó para que admitiera que, bajo la presión de tener cuanto antes una respuesta al lanzamiento del iPhone en 2007, cualquier atajo pudo ser aceptable. Rubin, según las crónicas, aguantó bien el acoso.
Quizá fuera Jonathan Schwartz el testigo que más pudo influir en el ánimo del jurado. CEO de Sun hasta meses antes de ser comprada por Oracle, declaró ante el tribunal que siempre entendió que las APIs de Java debían ser «abiertas y gratuitas» para estimular el desarrollo de aplicaciones, un modelo de negocio que – dijo Schwartz – hizo factible que empresas como IBM, SAP y Oracle adoptaran Java: «si hubieran pensado que Sun se favorecía a sí misma, nunca hubieran trabajado con nosotros».
Conclusión: Google se declara muy satisfecha por su victoria, y Oracle se ratifica en su convicción como fundamento de una apelación. ¿Continuará?