La compra pactada de Time Warner por AT&T va a dar mucha tela que cortar. Por lo pronto, un buen amigo la ha valorado como confirmación de aquel aserto «content is king«, que se remonta a las interpretaciones de la llamada ley de Metcalffe. Sin meterme en honduras, me adelanto a otra frase hecha que un día de estos inventará algún publicista: «mobile is king«. La primacía de los contenidos fue el argumento central por el que Time Warner se dejó convencer de pagar 164.000 millones de dólares por AOL, por entonces en la gloria de Internet, el año 2000. No sé si fue la fusión más cara de la historia, pero seguro que fue la más disparatada, justo antes del estallido de la burbuja.
En los años siguientes, AOL fue vendida a precio de saldo a Verizon, y Time Warner se ha dedicado al achicamiento de su colección de activos para ser nuevamente presentable ante los inversores. Jeff Bewkes, CEO desde 2008, se permitió hace dos años el lujo de rechazar una oferta del imperio Murdoch a 85 dólares por acción; ahora ha negociado con AT&T hasta obtener una de 105 dólares, que representa una prima del 35% sobre la cotización del viernes pasado. Entremedias de las dos ofertas, recaudó 65.000 millones al vender Time Warner Cable, de modo que los 84.000 millones que ofrece AT&T son motivo de alborozo para los accionistas. Si la operación llegara a buen fin.
No son pocos los analistas que no acaban de ver claro que la operación sobreviva al escrutinio de la FTC (Federal Trade Commission). Será más fácil pasar el de la FCC (Federal Communications Commission): no se trata de una integración horizontal, porque las partes no compiten entre sí en sus respectivos negocios aunque forman parte de la misma cadena de valor [esta es la confusión de mi colega y amigo]. Esa fue la razón por la que la FCC rechazó el año pasado la oferta de Comcast sobre Time Warner.
AT&T no es sólo el segundo operador estadounidense de telecos, herencia remota del sistema Bell. Es el operador líder de televisión de pago tras la compra de DirectTV, mientras que Time Warner sólo posee una pequeña emisora local que seguramente venderá para facilitar las cosas. No hay duda de que, caso de ser aprobada, la fusión afectará el ´ecosistema` de los medios y provocará críticas y quejas para evitar la eventual discriminación en el acceso a los contenidos de la segunda para difundir por las redes de la primera. En todo caso, la convergencia sigue ganando terreno, y las estrategias de operadores como Telefónica se validan al otro lado del Atlántico [atención a México, donde AT&T compite con Telefónica y ambas compiten con Slim y Televisa].
Dicho esto, la transacción se inscribe en una ola de fusiones que tienen en común el conjugar el papel de la tecnología móvil para distribuir los contenidos. La fiebre de hoy es muy distinta a la que se vivía en tiempos de la compra de AOL. El motivo transparente para Bewkes son los millones que está dispuesta a pagar AT&T, pero en ello subyace otra historia: ser dueño de Warner Bros, HBO, CNN, Juego de Tronos y House of Cards, no le libra del auge de Netflix, Amazon Prime y YouTube. El alejamiento de los consumidores jóvenes de los medios tradicionales, y su obsesión por los dispositivos móviles, obliga a las media companies a buscar socios con redes de banda ancha propias y capacidad financiera de consolidación. Desde hace tiempo se habla de Disney como interesada en nuevas fórmulas de hacer frente a la erosión de audiencia de sus canales. Una importancia especial adquieren los nuevos hábitos de los espectadores de deportes, asociadas al uso de dispositivos móviles y sus aplicaciones. Por cierto, si se me permite la digresión, esta podría ser a mi juicio la única vía para que Twitter salga del marasmo.
No quisiera enrrollarme más. La compra de Yahoo por la teleco líder en Estados Unidos, Verizon, para juntar sus activos con los de AOL, es otra manifestación del mismo fenómeno. El abrasivo CEO de AT&T, Randall Stephenson se desdijo hace cinco años de su intención de comprar T-Mobile US [que le hubiera añadido usuarios para adelantar a Verizon] tiene ahora otra estrategia: para recuperar el primer puesto, lo mejor es ser propietario de activos de medios. Salvando todas las distancias y ciertos detalles, es lo que ha hecho en España Telefónica con la compra de Canal+.
Resumiendo: 1) Stephenson (AT&T) necesita diversificarse, poseer su propia programación y, no menos importante, evitar que Time Warner caiga en manos hostiles y 2) Bewkes (Time Warner) vende la compañía al mejor precio posible y, antes de retirarse, se monta en una ola de fusiones que está lejos de acabar aquí.
Me queda por señalar el aspecto político del asunto. Las elecciones de noviembre abrirán un panorama difícil para este tipo de transacciones. El candidato Trump ha dicho que cuando sea presidente vetará esta y otras formas de «exceso de concentración de poder en pocas manos». Y la candidata Clinton, por su parte, ha prometido ser muy severa con los procesos de consolidación. Imagino que los abogados de AT&T y Time Warner habrán tomado la precaución de diseñar los contratos teniendo en cuenta este factor.