No estoy seguro de que ser escogido como proveedor de la CIA sea una manera de granjearse popularidad. Pero es evidente que puede ser un buen negocio, tan bueno como para que IBM y Amazon Web Services peleen con uñas y dientes por llevarse un contrato de 600 millones de dólares en cuatro años con la agencia estadounidense. La disputa se arrastra desde hace meses: en enero, la CIA adjudicó a Amazon Web Services el despliegue y gestión de su cloud privada. Lo llamativo fue que su oferta económica – 149 millones por año – era prácticamente idéntica al tope que marcaba el pliego del concurso, mientras que IBM había cotizado a la baja, por 94 millones al año. Otros candidatos iniciales, Microsoft y AT&T, no llegaron a presentar ofertas en la fase final.
Una vez comunicado el resultado, IBM lo impugnó ante la Government Accountability Office (GAO), con el argumento de que el ganador no había respetado los términos no económicos del pliego. La GAO le dio la razón en primera instancia, y ordenó revisar el procedimiento, pero AWS apeló esa decisión administrativa ante los tribunales, y un juez federal cerró el caso en su favor.
Para IBM, este concurso era una prueba de fuego en su estrategia de nubes gubernamentales, y ser desbancada por un competidor sin historia le habrá sentado como una bofetada. Ahí está la clave de su reacción: sus ejecutivos no pierden ocasión de señalar que Amazon es esencialmente una tienda online gracias a la cual subvenciona (presuntamente) el servicio cloud y que este está orientado a atender las necesidades de empresas que distribuyen contenidos, como Netflix, ciertanente voluminosos, o a alojar cargas de desarrollo para startups y aplicaciones no críticas.
En privado, han señalado que el historial de fallos en los servicios de AWS no la hace fiable. Ambas cosas son ciertas, pero AWS lleva algún tiempo desmarcándose de ese perfil de proveedor de infraestructura como servicio para entrar en el terreno – se supone que más rentable – donde destacan IBM y otros competidores, de plataforma para nubes privadas e híbridas.
En consecuencia, ganar un contrato tan delicado como debe ser el de un organismo como la CIA, es un precedente que AWS hará valer en otros concursos gubernamentales y ante las grandes corporaciones. La lista de clientes de IBM es impresionante de toda la vida, pero AWS ha ganado contratos de General Electric, Vodafone, Pfizer y la NASA, entre otros. Sería un error despreciar su capacidad competitiva. Estima Ben Schachter, analista de Macquarie, que esta rama de Amazon facturará este año 3.800 millones de dólares, que equivaldrían aproximadamente al 7% de sus ingresos totales.
No me cabe duda de que IBM se resarcirá del disgusto con otros contratos, pero este de la CIA era «emblemático» como suele decirse. La corriente del cloud computing se extiende entre los gobiernos de todo el mundo; tal vez el de Reino Unido esté más adelantado que otros, pero aún no ha llegado a España, aunque el reciente contrato de la Generalitat de Cataluña, y la designación de un primer CIO de la Administración del Estado permiten pensar que el pensamiento oficial está cambiando. Como cambia la actitud de los grandes de la industria: no sólo IBM, sino también Microsoft y HP, a las que habría que añadir las telecos, que han conformado ofertas específicas de cloud gubernamental. De modo que podemos esperar más batallitas polémicas.