19/09/2012

19Sep

Nos vamos quedando sin tantas cosas que hasta ayer mismo formaban parte de nuestra idea de Europa, que casi no nos hemos dado cuenta de que también se han acabado las direcciones de Internet. El registro regional RIPE-NCC [que también cubre Oriente Medio y una parte de Asia Central] ha distribuído los últimos bloques de direcciones IPv4 a los registros nacionales, un total de 16 millones que serán rápidamente absorbidos por la voracidad de los dispositivos online. En alguno de los últimos meses, la demanda ha sido de 4 millones cada 10 días. “Es imperativo que todas las partes implicadas desplieguen IPv6 en sus redes, para asegurar la continuidad de sus operaciones y el crecimiento futuro de Internet”, advierte el organismo en un comunicado. Palabras que recuerdan la poca eficacia de iniciativas como el World IPv6 Day del pasado junio, con la que se pretendía mentalizar sobre la inminente asfixia del sistema.

En los años 70, 4.300 millones de direcciones parecían una enormidad, porque cada una debía corresponder a un ordenador. Con el auge de los móviles, y ahora con el ´Internet de las cosas´, el problema se ha puesto intratable. Y no olvidemos el efecto bola de nieve planteado por la virtualización: un servidor virtual emplea segundos para instalar una dirección IP, y crea muchas continuamente. El desarrollo del cloud computing es, por tanto, una amenaza inminente para el stock de direcciones.

De manera que la conversión a IPv6 es un imperativo. Requiere inversión, y organizarse para la convivencia entre ambos sistemas, y estas son dos razones por las que muchos han preferido esperar a último momento. Si las orejas del lobo no han sido suficientes, ya tenemos aquí su aliento. Resulta llamativo que ciertos países emergentes hayan sido más diligentes que Estados Unidos o Europa en la implantación de IPv6. Es verdad que aun quedan trucos técnicos para solventar la escasez de direcciones, y que algunas de las “partes implicadas” – operadores, grandes empresas del sector o universidades – disponen del oligopolio de paquetes de direcciones que les fueron asignadas directamente al implantarse el sistema. No van a liberarlas, pero aunque lo hicieran, el problema no haría más que desplazarse en el tiempo.


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