27/03/2014

27Mar

Ya se ocupan mis colegas de publicar sus impresiones sobre el nuevo HTC One M8, presentado el martes a través de un webcast mundial. Como es sabido, este blog no comenta productos, por lo que me limitaré a consignar el resumen de las opiniones que me han contado: muy positivas. Lo menos que me han dicho es que no tiene nada que envidiar al iPhone S5 y al Galaxy S5; sus rasgos más elogiados han sido la carcasa de metal y el par de cámaras acopladas con un software notable. Así lo transcribo, pero no puedo dejar de mencionar que el HTC One original ha sido para muchos el mejor Android de 2013 y, no obstante, padeció varios meses de problemas de suministro y errores de marketing, dos fallos que no han sido ajenos a la crisis financiera de su fabricante en la segunda mitad del año pasado. Lo que demostraría que ni el diseño ni las especificaciones son suficientes para el éxito de un smartphone. Hacen falta otras cualidades.

La compañía taiwanesa asegura que el HTC One fue el modelo más popular de su historia. Pero los 6,4 millones vendidos – según IDC – no han impedido que la cuota de HTC en el mercado mundial se derrumbara del 8,8% (en 2012) al 2,2%, desapareciendo del quinteto de cabeza. Con el agravante de que hablamos del único fabricante «puro» de móviles entre las marcas más conocidas: Apple, Samsung, LG, Huawei y Lenovo son empresas diversificadas que también venden smartphones.

Por otro lado, el catálogo de HTC es demasiado corto y de alta gama – salvo el Desire y dos variantes mini del One lanzados tardíamente – para un mercado tan competitivo, que tiende a reclamar diversidad de modelos con diferentes «puntos de precio»: Samsung, sin ir más lejos, cuenta con al menos siete modelos de los que ha vendido 10 millones de unidades cada uno.

La desproporción de fuerzas con los líderes del mercado mundial es patente. El número uno, Samsung, puede dedicar casi 5.000 millones de dólares a marketing y publicidad, cifra que equivale más o menos a la mitad de los ingresos totales de HTC. Sin olvidar el papel de los operadores en el ciclo de ventas: a diferencia de los retrasos que afectaron al HTC One, su variante estará disponible el 4 de abril a través de 230 operadores en 100 países [a España llegará a mediados de mes]

Además, cuenta con el apoyo de Google, que ha anunciado una «edición Google Play» del M8, que difiere de la estándar en que HTC renuncia a personalizar su interfaz Sense para adoptar el prescrito por Google. Es una maniobra mediante la cual esta consiente los arrebatos de soberanía de los fabricantes a cambio de mantener una concepción conjunta de cómo tiene que ser un móvil Android, naturalmente alineada con sus servicios.

Diferenciarse es un punto crucial para cualquier fabricante. HTC ha optado por separarse del pelotón con dos rasgos distintivos. En materia de diseño, dice haber encontrado la solución industrial para que la carcasa del M8 sea metálica en un 80%, con lo que evitan el feeling negativo de muchos usuarios hacia el plástico y sin embargo consiguen – insertando en la aleación unas finas bandas de plástico – que no haya interferencias en la señal. La otra novedad destacable está en la cámara, que ha sido diseñada pensando en los adictos a los selfies [permite guardar la foto unos segundos antes de disparar y, en su caso, eliminarla]. Más que la cantidad de pixeles, importan las opciones de software que ofrece al consumidor, pero sinceramente no estoy ahora en condiciones de asegurarlo.

Mi sensación es que con el One M8, HTC se juega su futuro. Peter Chou, el legendario CEO de la compañía, que el año pasado amagó con dimitir, ha cedido el día a día a la fundadora, Cher Wang, para concentrarse en resolver los problemas que debilitaron el impacto del HTC One con independencia de sus cualidades. Puede que el timing no sea el más adecuado, porque estará condicionado por un duelo – desigual en recursos – con el Galaxy S5, que saldrá al mercado precisamente en abril. Pero, tal como está el mercado, Chou no podía elegir una ventana de oportunidad idónea.


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