12/04/2013

12Abr

Las prisas por dejar redactado mi comentario de ayer son culpables de no haber registrado los datos publicados por IDC y Gartner acerca del mercado de PC en el primer trimestre. Aun así, no me arrepiento porque lo fundamental está escrito en el texto. Aunque las consultoras difieren en el modo de cálculo y, por tanto, sus cifras no coinciden, da igual: se han vendido menos de 80 millones de unidades [un 13,9% menos según IDC, un 11,2% de caída según Gartner] y no se trata de un problema estacional porque la cuesta abajo lleva ya cuatro trimestres consecutivos.

Los análisis que acompañan las cifras subrayan que, tras un arranque poco brioso, Windows 8 ha defraudado las expectativas puestas en él como supuesto revulsivo del mercado. Y, peor aún, que no hay señales de que la demanda vaya a cambiar de actitud en estos próximos meses; por consiguiente, cuando se publiquen los resultados de Microsoft – el jueves 18 – es prácticamente seguro que la división Windows habrá bajado otro peldaño, y habrá que ver si otros segmentos compensan la caída. Recordemos que el año fiscal de Microsoft concluye en junio.

Hasta ahora, se ha medido el mercado en estos términos: Windows domina el 90% del mercado del PC. Pero IDC y Gartner, a rebufo de Canalys, han empezado a publicar agregados de PC y tabletas, de modo que esa foto fija se disipará. Con todas las consecuencias: los usuarios dejarán de prestar atención a las diferencias, todavía importantes, entre las categorías. «Si tienes tres PC en casa, es muy probable que acabes cambiando dos por tabletas», sentencia elocuentemente la analista Mikako Kitagawa, de Gartner.

A la fecha, sigue siendo falsa la cantinela sobre la muerte del PC: en realidad, la demanda entre las empresas ha aumentado, aunque no como para compensar la fuga de consumidores. Para recuperar su imagen entre estos, Windows necesita un cambio urgente de hoja de ruta, que se iniciaría con Windows 8.1.

No puede hacerlo sola, sin el apoyo de la industria. Con Windows 8 se ha repetido algo ya observado con Windows Phone: los fabricantes tienden a pensar que el esfuerzo de marketing debe recaer en Microsoft, que para eso ellos pagan un canon por licenciar el sistema operativo. Microsoft les reprocha que se mojen tan poco, y así han pasado meses críticos.

No pasarán muchos más antes de que Microsoft se vea en la disyuntiva de seguir adelante con su propio hardware, una estrategia por ahora fallida, o hacer lo necesario para restaurar la confianza de la industria y su modelo de negocio de toda la vida. Si no hace, más marcas estarán tentadas de sumarse a Chromebook como alternativa. El reajuste de precios de sus licencias a OEM, puede ser un paso, pero también tiene que tender la mano a Intel – otro que se la juega, como se verá el martes en sus resultados – y restablecer la alianza Wintel, ahora congelada. No obstante, se poco serviría si Windows no aparece pronto en el mercado con nuevos formatos; por eso invito a releer mi newsletter de ayer.


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