Las actuales proporciones de lo que llaman cóctel vital han acabado con el modelo laboral “de 9 a 6”. Tampoco hay coartada para la infidelidad: las excusas del tipo “hola cariño-volveré tarde-no me esperes despierto/a-tengo que finalizar un proyecto” han dejado de ser creíbles, porque el presunto trabajo urgente a esas horas también puede hacerse en el sofá del feliz hogar. Las vidas personales se entrelazan con las laborales, y la culpa de todo es la tecnología, claro que sí. Aporta ventajas, pero si su uso a todas horas no cuenta con el consentimiento de las empresas, puede provocar riesgos de seguridad. El estudio People-Inspired Security, patrocinado por Samsung, analiza el fenómeno.
Elaborado por las consultoras de mercado OnePoll y Vision Critical, el documento refleja con aparente objetividad la tendencia imparable de los trabajadores europeos, generalizando, a mezclar la vida personal con la profesional, igualando las tecnologías utilizadas en ambas circunstancias. Advierte con prudencia de los riesgos que entraña la estrategia BYOD (Bring Your Own Device) como política empresarial en la que los empleados utilizan sus propios dispositivos personales en el lugar de trabajo para acceder a recursos como correos electrónicos, bases de datos y archivos en servidores, así como a datos y aplicaciones personales.
También viene a reconocer la figura ascendente de una nueva tipología de usuario/empleado que utiliza sus propios dispositivos para realizar tareas profesionales y también los de la empresa, en su esfera privada, saltándose en muchos casos las políticas y normativas de seguridad establecidas por sus empleadores.
Tras el análisis de 4.500 entrevistas a profesionales europeos (de los que 500 son españoles), los datos se antojan concluyentes, y la compañía coreana los avala, puesto que ha sufragado el estudio a mejor gloria de sus productos. Ocho de cada diez trabajadores en España mezclan su vida personal y profesional: el 80% realiza tareas personales durante su jornada laboral, mientras que el 85% atiende a rutinas de trabajo en su tiempo libre. Casi un tercio (32%) afirma que esta práctica le ayuda a mejorar su rendimiento sin sobrecarga de tiempo. Por otro lado, uno de cada tres (33%) cree también que este hábito les permite gestionar mejor sus tareas personales y el 28% manifiesta que este proceder les hace estar menos estresados. Además, algo más de un cuarto (27%) afirma que la utilización de un mismo dispositivo para las actividades laborales y personales les hace sentirse más productivos.
Sobre el uso que hacen de los dispositivos móviles en este modelo emergente de entender la existencia, los trabajadores españoles almacenan una media de nueve apps personales – lo típico: Facebook, Whatsapp o Candy Crush, entre otras – en su dispositivo de trabajo y ocho aplicaciones relacionadas con su perfil profesional – Microsoft Outlook, Lync, etc.- en su dispositivo personal. De todos los encuestados, el 33% asegura que utiliza el mismo dispositivo profesional para ambos ámbitos.
Si se acepta la interpretación de Rob Orr, vicepresidente de Enterprise Business en Samsung Europe, “el estudio indica que muchos trabajadores tienden a simplificar al máximo sus vidas, usando los dispositivos móviles y conocimientos tecnológicos para realizar sus tareas personales y profesionales de una manera cómoda y sencilla cuándo, cómo y dónde ellos decidan. En vez de generar una distracción o sobrecarga de información, estas personas convierten esa habilidad en una ventaja, tanto para ellos mismos como para sus empresas. La otra cara de este nuevo comportamiento es, sin embargo, el aumento del riesgo de seguridad en los datos de los trabajadores”.
El fenómeno BYOD es ya una realidad para las organizaciones [un reciente estudio de Gartner afirma que el 40% de los empleados de las grandes empresas estadounidenses la practica] y forma parte de una tendencia aún más decisiva, la movilidad o la capacidad de acceder a la información y a los recursos corporativos en cualquier momento y lugar y mediante cualquier dispositivo. De esta forma, la incorporación de las nuevas generaciones al entorno de trabajo se dará vinculada a estas tendencias, especialmente en el caso de los nativos digitales.
Pero BYOD plantea también otras problemáticas por resolver, como la necesidad de ´securizar` los dispositivos empresariales y de consumo; reforzar las políticas para proteger la información corporativa; escalar la infraestructura para responder al creciente número de dispositivos por trabajador; proporcionar una óptima experiencia de usuario para impulsar la productividad; soportar aplicaciones empresariales desde cualquier dispositivo y reducir los costes operativos: porque BYOD en sí mismo no supone un ahorro, sino al contrario un incremento de los presupuestos de TI, a pesar de que sea el propio empleado quien se financie su terminal. La reducción de costes, en cualquier caso, será consecuencia de la movilidad y del teletrabajo – que reducen costes de oficina- y de la mayor productividad
Pero sin duda los mayores problemas se centran en la seguridad. El estudio muestra que existe una confusión considerable entre los trabajadores europeos sobre lo que deben hacer con respecto a los dispositivos móviles en el marco de la seguridad TI de sus empresas: el 39% de los profesionales españoles usa en la oficina sus dispositivos personales, como por ejemplo tabletas, para atender asuntos de trabajo, a pesar de desconocer si la empresa lo permite (la media europea es notablemente menor, un 29%). Y más de la mitad (57%) no sabe si su compañía tiene alguna política de seguridad móvil, o bien no es consciente de su contenido.
En línea con otros estudios, el informe pone de manifiesto un nuevo tipo de empleado, que no sigue las normas de seguridad establecidas por sus compañías: trabajadores con un alto nivel de conocimiento de las tecnologías y que las usan para realizar su trabajo, ignorando las restricciones o políticas de seguridad existentes. Un hallazgo que el informe ratifica a partir de dos datos concluyentes: un 28% de los trabajadores españoles utiliza su propia tecnología para saltarse los controles de seguridad que impone su compañía, por ejemplo, haciendo uso de dispositivos personales para acceder a determinadas webs de intercambio de archivos (Dropbox, etc.) que muy posiblemente puedan tener bloqueadas en sus dispositivos de trabajo (la media de esta práctica en Europa es del 26%) y, segundo, por encima de un tercio (37 %) de los usuarios españoles entre edades comprendidas entre los 18 y los 34 (es decir los denominados millennials o Generación Y, entre otros apelativos) se saltan sistemáticamente estas políticas de seguridad.
Los jóvenes de la Generación Y no quieren perderse nada. Comprobar las novedades de su e-mail, redes sociales o aplicaciones de texto es la forma de comenzar el día, a menudo incluso antes de levantarse de la cama. Para esta generación, el acceso a la información es siempre en tiempo real. Están permanentemente conectados, de la mañana a la noche. Los smartphones se utilizan en todas partes y el tiempo pierde sus límites: para estos jóvenes no hay una división clara entre horario laboral y tiempo libre.
En España, los millennials forman una generación nacida bajo el paraguas de la prosperidad económica y desafían – según el estudio promovido por Samsung – las restricciones de acceso a sitios web y aplicaciones, representando casi el doble del cómputo del resto de edades. El estudio también muestra como casi la mitad de los empleados admite su desconocimiento sobre las prohibiciones impuestas en el lugar de trabajo relacionadas con el uso de Facebook o servicios de streaming de vídeo como YouTube.
Dos de cada cinco empleados europeos (40%) tienen restringido o prohibido el acceso a Facebook en su puesto de trabajo. Sin embargo, uno de cada tres empleados españoles (33%) que conocen esta restricción en su compañía, afirman desafiarla en la práctica. La misma proporción de trabajadores admite que usa almacenamiento en la nube (32%), mensajería y telefonía (38%), servicios de streaming de vídeo (32%) y Twitter (30%) en sus lugares de trabajo. Estos empleados también manifiestan no conocer las prohibiciones impuestas en su lugar de trabajo, o bien que se las saltan.
Las comparaciones son reveladoras. Los trabajadores en el Reino Unido son los que utilizan Facebook con más frecuencia, contra las restricciones. De aquellos empleados británicos que tienen acceso restringido a Facebook, el 41% admite haber hecho caso omiso de esa regla. Les siguen los alemanes (34%), españoles (33%), italianos (32%) y belgas y holandeses (31 por ciento). Eso sí, el país con los trabajadores más obedientes (o menos sinceros) en el uso de Internet es Francia (20% de infractores).
Estas conductas pueden ocasionar graves perjuicios, avisan los autores. Cobra cada día más importancia concienciar a los empleados sobre el uso seguro de los datos profesionales, especialmente tras el Reglamento de Protección de Datos Generales de la UE que entrará en vigor a finales de este año y propone multas de hasta 100 millones de euros, o el 5% de la facturación anual en todo el mundo, para las empresas que no cumplan las normas, por ejemplo, de no procesar datos de forma segura.
Como curiosidad, los hoteles son los negocios donde se restringe el uso de Facebook con más frecuencia (57%), aunque ocupan el segundo lugar entre los trabajadores más despreocupados por las normativas (38%) que afirman usar esta red social aún estando restringida o prohibida. Son los empleados de las empresas inmobiliarias los que con más frecuencia ignoran las políticas corporativas sobre redes sociales: un 46% de sus empleados desafía las prohibiciones sobre Facebook en el lugar de trabajo.
En relación a estos datos, Dimitrios Tsivrikis, psicólogo especializado en consumo y negocios de University College London, que en el estudio analiza los datos, opina: “desde un punto de vista de seguridad, es perfectamente natural que los jefes quieran controlar el uso de tecnología por parte de sus empleados. Pero,… en caso de que decidan restringir el uso de las herramientas tecnológicas dentro de sus empresas, se arriesgan a una posible reducción de la productividad y del compromiso por parte de sus empleados. Confianza y comunicación clara entre empleados y superiores resultan más efectivos para lograr un comportamiento constructivo, ya sea en el trabajo o en el tiempo libre.”
Nadando entre dos aguas, Tsivrikis plantea que “prohibir tecnologías y sitios web en el trabajo produce, en ocasiones, el efecto contrario al deseado. La confianza verdadera debe ser mutua. La mayoría de lass empresas prefieren ver la cuestión con un enfoque positivo».
[informe de Lola Sánchez]