12/06/2009

Microsoft carga las pilas de Windows 7

Las incógnitas que han acompañado la gestación de Windows 7 se despejan poco a poco, al acercarse la fecha del alumbramiento, el 22 de octubre. En una secuencia meticulosamente calculada, Microsoft quiere preparar a las empresas para una adopción rápida del nuevo sistema operativo – “el mejor que hayamos desarrollado”, según el enfático Steve Ballmer – sin los recelos que han lastrado durante dos años la existencia de Windows Vista. El objetivo es incitar a los clientes corporativos que tienen firmados contratos de volumen para que den el salto lo antes posible. Se trata, al mismo tiempo, de cohesionar la red mundial de partners para que actúen como apóstoles de la novedad.

Steve Ballmer

Este es un punto crucial, aunque menos evidente para el público: de hecho, la campaña de lanzamiento de Windows 7 se hará en estrecha colaboración con los  partners, a diferencia de la actitud que Microsoft mantuvo al lanzar su anterior sistema operativo, y que ya entonces fue calificada de arrogante.

Es notorio que Microsoft necesita el éxito de Windows 7:  los sistemas operativos representan una cuarta parte de su cifra de negocios y la mitad de sus beneficios. En sus resultados del trimestre enero-marzo, los ingresos aportados por Windows cayeron un 16%, y todo indica que la tendencia se ha mantenido ¿o tal vez agravado? desde entonces. Para los fabricantes de PC, que empezarán a recibir la versión definitiva RTM (Release to Manufacturers) a mediados de julio, podría ser un revulsivo de las ventas, un alivio después de meses de retroceso.

Con o sin crisis, la demanda de ordenadores marcará como todos los años dos momentos clave en el calendario: back-to-school (agosto-septiembre) y las navidades (noviembre-diciembre-enero); entre ambos hitos se ha colocado el lanzamiento.  Microsoft dice confiar en que la demanda de Vista no decaerá, gracias a su promesa de actualizarlo “a coste mínimo”: en estos meses de transición, los consumidores podrán comprar sabiendo que el sucesor forma parte del paquete.

Recompensa bursátil

Los ejecutivos de Microsoft se abstienen de cantar victoria con respecto a Windows 7 y repiten una letanía defensiva: “inicialmente, las ventas iniciales serán modestas”. Los inversores opinan lo contrario: en veinte días de junio, las acciones de la compañía han aumentado un 14%, lo que se atribuye a dos razones: las expectativas en el sistema operativo y la acogida que está recibiendo Bing, el nuevo buscador con el que por fin Microsoft se dispone a dar batalla contra Google. Influye también un factor colateral: la ruptura, parece que definitiva, de las conversaciones con Yahoo!, que nunca fueron del agrado de Wall Street.

No se conoce todavía el precio de venta de Windows 7. Los fabricantes pagan actualmente 60 dólares o más (según la versión) por una licencia de Vista, y la tarifa desciende a 15 ó 20 dólares cuando instalan XP en un netbook. Bill Veghte, directivo de Microsoft a cargo de la operación de lanzamiento, ha esquivado la insistencia de los analistas, limitándose a decir lo más obvio: que la empresa fija sus precios en virtud de una matriz de factores diversos.

La incógnita inmediata es otra: cómo evitar que los consumidores que estuvieran dispuestos a comprar un PC antes de octubre decidan esperar a la salida de Windows 7. En tal caso, fabricantes y minoristas se encontrarían con un atasco de ordenadores en stock. Por consiguiente, Microsoft y los fabricantes necesitan dar garantías a los compradores de que, llegado el momento, podrán actualizar los PC que hayan comprado durante el verano. La alianza entre las partes es obligatoria, porque las ventas minoristas de copias en cajas no representan más del 5% del total de Windows, correspondiendo el resto a copias preinstaladas.

De manera que, además de anunciar cuál será el precio minorista, Microsoft tendrá que revelar las condiciones en las que podrá pasarse de Vista a Windows 7 durante los próximos meses. ¿Aceptarán los fabricantes hacerse cargo del coste de actualización?.

En el segmento más sensible al precio, el de los netbooks, la licencia del nuevo Windows será más cara – el doble o más – que la actual de XP, lo que pondrá en aprietos a los fabricantes, que deberán rehacer sus cálculos para defender hasta el último céntimo de sus márgenes. La aparición de Windows 7, por cierto, coincidirá con la ampliación de la familia Atom, de Intel, cuyos futuros microprocesadores mejorarán las prestaciones de los netbooks e impedirán una degradación mayor de los precios.

Lo que sí se sabe es que habrá seis versiones distintas de Windows 7:

  • Windows 7 Starter: concebida específicamente para netbooks; con funciones gráficas recortadas, desprovista de la interfaz Aero y sin capacidad para manejar pantallas táctiles.
  • Windows 7 Basic: se destinaría exclusivamente a los mercados emergentes, lo que implica que no se venderá en Europa.
  • Windows 7 Home Premium: se supone que será la versión más apropiada para el segmento de consumo, con funciones multimedia.
  • Windows 7 Profesional: aunque será prácticamente la misma que la anterior, añadirá prestaciones para el tipo de usuario que su nombre sugiere.
  • Windows 7 Enterprise: edición destinada a los entornos empresariales; el usuario corriente no tendrá ocasión de disfrutarla.
  • Windows 7 Ultimate: la más cara, pero a cambio sacará partido de la máxima potencia de hardware.


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